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La nieta de Amalita Fortabat, Amalia Amoedo, continúa el legado de su familia y la pasión por obras de arte

Sabido es la pasión que tenía “Amalita” Fortabat por las obras de arte. De hecho, el Museo Fortabat, que se inauguró hace unos años en Puerto Madero y cuya colección tiene un valor incalculable, es uno de los principales atractivos del barrio más caro de Buenos Aires. Y la responsabilidad de mantener el patrimonio artístico familiar recayó sobre su nieta.  La entrada al Museo (ubicado en Olga Conssetini 111), cuesta $ 80,  y hay descuentos para estudiantes y jubilados.

Aunque su nombre real y completo es Amalia Amoedo, algunos la conocen como Amalita; el mismo apodo con el que muchos llamaban a su abuela materna, Amalia Lacroze de Fortabat. Pero más allá de su nombre, la hija de Julio Amoedo e Inés de Lafuente comparte con su famoso antepasado otra característica que la define: su amor por el arte. A 15 años de su primera exposición en el exterior, la artista y astróloga de 42 años, a mediados de julio hizo su propia muestra en EE. UU.

 

En diálogo con Mujeres que hacen, la Presidente de la Fundación Policía Federal, integrante del Consejo de ArteBA y miembro de la Colección Amalia Lacroze de Fortabat –la cual incluye, entre otras, piezas de Dalí, Rodin y Warhol– habló sobre aquello que convirtió en el foco de sus últimos trabajos: las memorias de su niñez y otras emociones que atraviesan hoy su pensamiento.

 

Sostuvo la heredera del monumental imperio Fortabat que “Yo estuve rodeada de arte desde muy joven, y hasta hoy tengo muchos amigos artistas. Por eso cuando terminé el colegio empecé a estudiar arte en talleres de diferentes maestros. No sé si fue por el vínculo que tenía mi familia con el arte, pero para mí siempre fue muy natural ser muy artística desde chica”.

 

¿Hoy sigue siendo sencillo dedicarte al arte?

 

No tanto, porque no es lo único que hago, pero me encantaría lograr tener más tiempo para producir mi obra y dedicarme más activamente a esto. Por eso, cada dos o tres años intento participar en muestras colectivas o individuales. También el proceso interno que se genera en esos intervalos de tiempo es positivo para la obra. Ahora a fines de este año voy a hacer una muestra en Buenos Aires y con una obra diferente a la que presenté en Miami.

 

¿Cómo es el proceso de elegir las piezas que vas a exponer en cada nueva muestra?

 

Yo se las muestro a algún artista amigo,  colegas o críticos. Me armé un taller en mi casa y los invito para que vean lo que hice.

 

¿Cuánto tiempo pasás pintando cada semana?

 

No tengo una metodología de trabajo. Cuando era más chica tenía talleres afuera de casa, volvía y me ponía a pintar por horas. Ahora, con mi trabajo y dos hijas (Isabella, de 14 años, y Angelina, de 11), el desafío es mucho más grande, pero lo sigo haciendo porque me gusta. Sí trato de pintar por lo menos una vez por semana, porque creo que cierta disciplina es necesaria. Para tener una conducta adolescente y que me vaya bien debería ser una genia.

 

¿En qué te inspirás?

 

Creo que parte del proceso de pintar es salir de uno mismo y mostrarse, y yo hago eso. Aunque mi hilo conductor es el color y los materiales con los que trabajo en cada pintura y cada collage, mi motor son los recuerdos, las sensaciones, las historias.

 

Habiendo estado bajo el ojo público toda tu vida, ¿por qué elegís seguir exponiéndote?

 

Creo que es parte de la vida. Mucha de la gente que hace cosas y se expone va a ser criticada, para bien o para mal. Yo trato solamente de escuchar las críticas constructivas, y las tomo de quien viene y si realmente son con cariño. Si no es algo que me digan para hacerme mejorar de verdad, lo tacho y a otra cosa. Si no es imposible vivir. Porque todos tenemos que mejorar, pero yo me siento muy cómoda y segura conmigo misma.

 

¿Cambian las críticas cuando exponés acá que cuando lo hacés afuera?

 

Afuera la verdad es que son mucho más relajados. Estar en las muestras y escuchar lo que la gente dice se me hace más fácil, y esa parte además es apasionante. Aunque acá también me siento acompañada. Mis amigos artistas y mi familia siempre están.

 

¿Cuán difícil creés que es para un argentino regular hacer una muestra en el exterior?

 

Los argentinos son cada vez más fuertes en la escena internacional y se les presta más atención porque se está viendo que hay talento, pero lleva tiempo y se requiere un muy buen galerista en el que se pueda confiar. Yo creo que afuera gustamos mucho y se pueden conseguir buenas ventas, pero nada es fácil y hay que trabajar y estar encima de todo. Imaginate que si Art Basel (organización suiza que lidera el negocio del arte a nivel mundial) eligió a Buenos Aires como su primera ciudad satélite es porque acá están pasando cosas. Además, un montón de gente de afuera viene a ver nuestro arte a ArteBA.

 

¿Hacés obras a pedido?

 

He hecho una o dos veces, pero trato de no hacer. Lo que sí hice varias veces fue regalar obras a gente de mi familia o amigas. He regalado obras dedicadas desde mi inspiración y otras pensando en lo que le va a gustar a la persona o con su información astrológica. Yo soy bastante curiosa, me encanta aprender cosas todo el tiempo, y una de esas es la astrología.

 

¿Hay algún sueño que todavía no hayas cumplido?

 

Soy muy agradecida de todo lo que tengo y la vida que llego, pero sí soy muy soñadora. Si pudiera pedir un deseo, creo que sería seguir haciendo muestras en los lugares más diferentes del mundo.

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