Lobos 24 Un nuevo concepto en información
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-Jorge Podestá integró un regimiento de artillería que participó en la contienda. A su vuelta, retomó sus estudios de Ingeniería y una docente le dio clases especiales para que se pusiese al día-.
Cambian tarjetas de Navidad con mensajes de afecto. Hablan por teléfono y tienen pendientes varios reencuentros para seguir compartiendo recuerdos. Jorge Podestá está convencido de que el primer impulso para seguir adelante a su regreso de la Guerra de Malvinas fue el apoyo de una de sus docentes de la UTN, Perla Gabizon. Ella, con modestia, dice que sólo cumplió con su deber.
Podestá tiene grabado a fuego aquel año en la memoria. Cuenta que hizo el curso de ingreso a la universidad durante el verano y arrancó las clases en marzo, con todos los libros comprados. En abril, cuando comenzó la guerra, lo convocaron porque había hecho el servicio militar en 1981. “Combatí en las islas integrando el Grupo de Artillería N° 101, protegiendo el corredor que iba desde el mar hasta el Puerto Argentino hasta la rendición, y volví a mediados de junio. Entonces mis amigos me empujaron para que volviese a la facultad”, cuenta.
Cuando retomó la cursada, “Giorgio”, como lo llaman todos, se acercó a hablar con su profesora de Álgebra para contarle que había vuelto de la guerra y tenía dificultades con la materia. Ahí es Perla quien retoma el relato: “Le dije que tratase de ponerse al día ya que era una materia anual y estaban por empezar las vacaciones. Pero cuando llegué a mi casa me sentí terriblemente mal. Me pasé el receso deseando que no dejase la materia”.
Jorge no lo hizo y en la primera clase del segundo cuatrimestre se encontró con una oferta que no pudo rechazar. La docente le propuso explicarle personalmente todos los temas con los que tenía dificultades.
“Nos encontrábamos los viernes en un aula chiquita porque ella sacaba tiempo de sus actividades para enseñarme y así aprobé su materia”, cuenta Jorge y agrega que la ayuda de la docente también se extendió al momento de la corrección de los parciales. “También el bedel de la universidad me ayudó con las faltas porque el reglamento de entonces no preveía que faltases por una guerra”, recuerda. Y aclara que aquel apoyo le dio impulso para terminar la carrera y recibirse en siete años. “Volvimos por la ventana. Nos ocultaron. Pero hubo gente que nos entendió cono Perla”, cuenta el hombre que entró a trabajar en Entel recién recibido de ingeniero civil y hoy continúa en la empresa Telefónica.
“Siempre ayudé a mis alumnos. La docencia es mi vocación”, cuenta la “profe”, quien recién se enteró de lo importante que fue en la vida de su alumno el año pasado cuando la UTN Regional Buenos Aires organizó un reencuentro entre ellos después de 35 años, del que participó el decano de la casa de estudios, Guillermo Olivetto.
“Igual nos quedaron temas sin charlar. Tenemos que volver a vernos”, promete ella y él asiente.
(Fuente: Télam)
