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LA HISTORIA DEL “CONEJO” MORETTI: EL FANÁTICO CITRONERO QUE ES UN APASIONADO DEL AUTOMOVILISMO, CONGREGA GENTE DE TODO EL PAÍS, Y LLEGÓ A COMPETIR EN EL TC

LOBOS 24 tuvo la oportunidad dialogar recientemente con un gran emblema de los “fierros” en Lobos, que tiene una historia repleta de anécdotas. Sin lugar a dudas, ha vivido intensamente cada etapa que está estrechamente ligada al deporte motor: Nos referimos a Alberto “Conejo” Moretti. La entrevista se dio en el marco del programa de TV “Café Doble”, que salió al aire hace unas semanas y tuvo excelente repercusión. Es un tipo muy querido dentro del ambiente, amigo de todos: Podrás coincidir o no en algunas cuestiones, pero nunca nadie te va a hablar mal de él.

El común de los vecinos lo conoce por ser fanático de Citroen, particularmente de aquel 3 CV que fue el primer auto para miles de familias argentinas. Como no podía ser de otra manera, tiene un taller mecánico en el cual continúa trabajando hasta el día de hoy. El Conejo ha sabido ganarse la amistad de muchos admiradores de la marca francesa, por lo cual no es casualidad que año tras año, se congreguen en Lobos más de un centenar de vehículos de todos puntos del país, con quienes los une la misma pasión.

En ese sentido, Moretti, expresó: “Este año no realizamos encuentros de Citroen acá en Lobos, porque veníamos haciéndolo muy seguido y queríamos darle la oportunidad a otras provincias y otros clubes de que puedan organizar ellos donde lo desearan. Pero en 2024 vamos a volver, será el décimo encuentro, y creo que será el último, la despedida. Organizar algo así lleva mucho trabajo, logística, y compromiso. Llega gente de todo el país y de algunos limítrofes. He tenido la ayuda y la colaboración del Municipio, y seguramente me darán una mano el año que viene. Por supuesto que lo disfruto, si no, no lo seguiría haciendo. Pero es como te dije, demanda mucho tiempo. Ya más o menos tengo en mente lo que voy a hacer, pero antes tengo que resolver otros compromisos”.

Relató asimismo que: “Mis comienzos fueron en moto, era una Puma Galga, y después en karting. Me fabriqué un chasis casero, y como no tenía motor, cuando corría se lo sacaba a la moto. Y luego ya pude pasarme al Citroen. Fue mi primer auto, pero no lo compré cero kilómetro. Antes de terminar la Escuela Secundaria yo ya trabajaba en un vivero, y me perdí a oportunidad de conseguir una beca para estudiar Ingeniería. La verdad es que estoy arrepentido de eso. Pero antes no tenías muchas opciones: O estudiabas, o trabajabas. Empecé en el taller mecánico de Barreiro y Flores, en la calle Buenos Aires, frente a donde está la heladería Firenze, que actualmente hay un salón de fiestas. Ahí estuve casi dos años, hasta que pude largarme solo. Puse un taller al lado de la casa de mi viejo, en la calle Angueira 1868″.

Y tuve la oportunidad de correr en Turismo Carretera, una experiencia que no me voy a olvidar nunca. En aquel momento estaba la peña La Higuera Competición, y uno de sus principales referentes era el “Pato” Lucavalli. Ellos organizaban comidas, y por intermedio de “Cacho” Abib, que era representante de Plasticor acá en Lobos, recuerdo que hasta el propio Roberto Mouras venía y colaboraba de esas cenas que hacíamos en el Club Salgado. Estuvo dos o tres veces compartiendo la mesa con nosotros, y con su presencia fuimos logrando que más gente asistiera, porque ya era un piloto de renombre y todos querían conocerlo o sacarse una foto con él. Gracias a toda esa gente yo pude participar en el TC”.

El Conejo prosiguió explicando que: “La experiencia en el TC no era fácil, yo corría con un Torino y había que rendir una prueba de suficiencia, que se hacía en el autódromo de Buenos Aires, estamos hablando del año ’87 o ’88. Básicamente consistía en correr en el circuito 12 y alcanzar una determinada marca. La primera vez que fuimos, no logramos dar con los tiempos porque se nos rompió el auto; ya para la segunda nos fue mucho mejor, me dio una mano el acompañante de Néstor Apella, con los radios de giro y esas cosas. Imaginate que pasar de un Citroen a un Torino era un cambio enorme. Pudimos competir en varias carreras y logramos un décimo puesto en Santa Teresita”.

“Después se puso muy brava la mano, muy hijos eran chicos, se complicaba para mantener la familia, había que conseguir sponsors y tenía que trabajar como cualquier persona, así que se terminó esa etapa para mí. Pero sin dudas fue una gran posibilidad que pude darme, conocí a mucha gente, y siempre voy a estar agradecido a todos quienes me hicieron posible ese sueño. Lo que te puedo decir es que dentro del TC, el Torino que teníamos siempre corrió con desventaja, no hubo muchas veces en que el auto peleara la punta, y además que se hacía todo a pulmón, el Pato con los otros muchachos fabricaban las levas, después cambió el reglamento y ya se empezó a hacer más competitivo, pero lo importante es que lo alcanzamos a poner en pista”.

Moretti se entusiasma al recordar: “Como te decía, fue una etapa de mi vida en la que cultivé muchas amistades, conocí a Hugo Mazzacane, quien actualmente es presidente de la ACTC. Al autódromo Mouras entro como si fuera mi casa. Tengo 65 años y fijate que comencé a los 12 con una moto. Pese a la edad, tengo ganas de seguir practicando, ya hice una participación este año en el TC Histórico Bragadense, que es una categoría que se corre tipo Rally, y viajo a 110 km por hora en la tierra, aunque hay que tener una velocidad promedio de 80. Ya lo hago para divertirme y pasarla bien con gente amiga, y trato de hacer actividades con algún fin solidario, ayudando a escuelas que lo necesiten. En mi caso, no son carreras de velocidad “puras”, son cronometradas, con una hoja de ruta, de regularidad, al estilo de las baquets. Eso también lo hice, largué de Luján lloviendo, con barro, pasando por Mercedes, Navarro, La Blanqueada, Carboni… Y estaba arriba del auto desde las 2 de la madrugada hasta las 6 de la tarde, hoy el físico no me daría para algo así. Creo que el año que viene volveré a competir en esa categoría también con circuitos más cortos”.

Ante una pregunta del periodista, confiesa: “Casi nunca tuve un accidente. Una vez volqué en Roque Pérez el auto de un cliente que vive en Olivos y justo estaba presente ahí, pero el coche dio una vuelta nomás, y quedó parado. Por supuesto que te sentís mal cuando te pasa algo así con un auto que no es tuyo, pero se lo arreglé, por supuesto, y seguimos teniendo una amistad. Y también tuve otro vuelco me pasó en Navarro, que quedé con las cuatro ruedas perdidas, vinieron los Bomberos, lo dieron vuelta, y no pasó a mayores”.

La entrevista, al estilo de una charla de café, podría haberse extendido por 2 horas o más. Al Conejo le gusta hablar, y a LOBOS 24 preguntar, pero nos vemos obligados a hacer una síntesis. Con respecto a su presente, el invitado al ciclo de TV sostuvo: “Sigo trabajando en el taller, ya me jubilé por llamarlo así, pero hago algunos laburos especiales, restauraciones, y esa plata me sirve para darme esos pequeños gustos que te comenté. Yo he recorrido casi todo el país con la cupecita, y en el ambiente citronero vamos quedando pocos. Vos sabés que los autos modernos vienen con una computadora, con un montón de cosas. Pero yo al Citroen lo conozco como la palma de mi mano», sentenció en esta colorida nota que nos brindó y que no defraudará a los lectores.

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