-La mujer, una maestra jardinera de 38 años, salió a caminar una tarde de abril de 2014. La hallaron muerta al otro día. La habían ahorcado. La investigación reveló una presunta trama de corrupción policial para encubrir a un amante, quien la habría asesinado. Nueve años después la investigación sigue a través de la vinculación con otro femicidio.-
El 14 de abril de 2014 Marisol Oyhanart, de 38 años, fue asesinada en la vecina localidad de Saladillo en momentos en que había salido a caminar a la hora de la siesta. El femicidio, por el que no hay nadie detenido, continúa enlutando a este pueblo del centro bonaerense. La pista más firme tiene que ver con un expenalista, condenado por otro asesinato, pero del que afirman que sabe cómo mataron a Marisol. Mientras tanto, a nueve años, no hay marchas ni otro tipo de actividades reclamando justicia por el brutal crimen de Oyhanart.
Aquel 14 de abril era un lunes habitual de otoño en la ciudad. Marisol salió de su casa para caminar como lo hacía cada tarde. Desde su hogar, en la zona céntrica, se dirigió hacia una pista de atletismo cerca de la ruta. Se cruzó con otras dos mujeres que también hacían ejercicio y la saludaron. Mientras tanto su marido, Sergio Rachid, dormía. Lo despertó una llamada telefónica: era su hija mayor, a que Marisol iba habitualmente a buscar a la escuela luego de sus ejercicios. La mujer no había acudido. Pasaron las horas y no volvía. A las 19 hs, Sergio fue a la comisaría para denunciar la desaparición de Marisol. La buscaron toda la noche y recién la encontraron al otro día, a la salida del sol. Muerta. El cadáver estaba entre pastizales, a unos 20 metros del camino, boca arriba y vestido con las mismas prendas con las que había salido de su casa. La autopsia reveló que la habían ahorcado. Quién, por qué, y qué hay detrás del femicidio, son las preguntas luego de 9 años del crimen continúan sin certezas ni pistas firmes.
Irregularidades
La realidad es que el cuerpo de Marisol fue hallado en un lugar donde ya se había rastrillado antes, lo que de inmediato despertó sospechas. De hecho, la búsqueda de la mujer había sido suspendida cuatro horas durante la madrugada. Los peritos concluyeron que el cadáver fue colocado en ese lugar después del rastrillaje policial. Más tarde se vería que la investigación policial traería aún más dudas, errores y misterios. Por ejemplo, durante desaparecieron la calza y las zapatillas que la víctima llevaba el día que la mataron. En las calzas había quemaduras que habrían sido producidas por el encendedor de un automóvil, con el que la habrían torturado.
En tanto, el marido de Marisol permaneció unas cuantas horas en la comisaría de Saladillo y fue interrogado varias horas. Se dice que al principio se habían detectado contradicción en su declaración. Pero no encontraron motivos para detenerlo y volvió a su casa el 16 de abril.
La investigación continuó y se detuvo a un sospechoso días después. Se trató de Jonathan Bianchi, un joven con antecedentes por robo y denuncias por violencia de género, que según testigos había sido visto en la zona del crimen.
Mientras, se conoció que la mujer había sido brutalmente golpeada y ahorcada, y que había fallecido después de las 21 del 14 de abril. Así, cobró fuerza la hipótesis de un secuestro, y de que el cuerpo fue plantado en el lugar donde se lo encontró en esa “ventana” de cuatro horas en el las que se detuvo la búsqueda.
¿Dónde estuvo Marisol hasta que la asesinaron? Un detalle que llamó la atención a los investigadores fue que podría haber conocido al asesino: Su cuerpo no presentaba heridas compatibles con lesiones de defensa ni tenía restos de piel ajena bajo las uñas.
Los siete sospechosos
Varios meses después del crimen no había ninguna certeza y sí muchas sospechas de irregularidades en la investigación policial. Tras una populosa marcha en Saladillo pidiendo “Justicia por Marisol”, la causa cambió de manos: de la fiscal Patricia Hortel pasó a Marcelo Romero. Todavía habría otro cambio, más adelante.
La fiscal Hortel había pedido la detención de Bianchi, a quien todos consideraban un “perejil”. Sin embargo, César Melazo, por entonces juez de Garantías de La Plata, rechazó la solicitud. Luego, ante el estancamiento de la investigación los abogados de la familia de la víctima recusaron a la fiscal Hortel y pidieron que se la aparte de la instrucción del sumario. Los letrados también presentaron un escrito en el que describieron una serie de irregularidades que avalaban la presunción de que al menos siete policías plantaron pistas falsas para desviar la investigación hacia Bianchi.
La hipótesis del amante
La olla pareció destaparse a principios del año siguiente, cuando un efectivo de la comisaría de Saladillo declaró como testigo en la causa y denunció la presunta trama del encubrimiento policial, que se habría pergeñado para desvincular del crimen a un poderoso empresario agropecuario de la zona. Al parecer este estanciero era amante de Marisol y habría pagado un millón y medio de dólares para encubrir las pruebas del femicidio. Como nunca estuvo imputado, no se conoce su nombre, al menos no públicamente.
La hipótesis que comenzó a manejarse entonces fue que este supuesto amante, luego de matarla, llamó a los policías para que lo ayudaran a desprenderse del cuerpo. Los efectivos, tras colocar el cuerpo en la zona de taperas donde fue hallado, intentaron involucrar al marido de la víctima. Esto no funcionó y trataron de hacer lo mismo con Jonathan Bianchi, pero tampoco tuvieron éxito.
La investigación encontró, más tarde, que habían desaparecido imágenes de una cámara de seguridad ubicada en la esquina de Saavedra e Irigoyen, en Saladillo, que presuntamente registró el paso de la maestra jardinera y de un automóvil en el que la habrían seguido.
Imágenes borradas
Cuando Marisol fue asesinada, en abril de 2014, el oficial principal de la Policía bonaerense Pablo Fernando Gallo se desempeñaba como jefe de calle de la comisaría de Saladillo. Desde ese puesto, el uniformado participó de la búsqueda de la maestra jardinera. Tras el hallazgo del cuerpo una de sus tareas consistió en ir a buscar la computadora donde estaban guardadas estas imágenes, que hubieran sido claves para la resolución del caso. Pero cuando la PC fue devuelta faltaba el registro correspondiente al lapso entre las 15 y las 15.30 del fatídico lunes 14.
Tras la investigación sobre los policías que habrían actuado para borrar pruebas, y sobre la primera fiscal actuante, fue el mismo Gallo quien quedó imputado por la nueva fiscal Ana Medina, de la UFI 1 de La Plata. El policía fue acusado de “encubrimiento” agravado por haber sido cometido por un funcionario público.
El secreto de Carrazzone
En el momento en que Melazo rechazó la detención del presunto “perejil” Jonathan Bianchi, quien defendía al joven era el reconocido abogado reconocido penalista Rubén Carrazzone. Melazo terminó preso, condenado a 7 años y medio de prisión por formar parte de una asociación ilícita dedicada a robar y liberar zonas (hace unos días fue liberado en un polémico fallo). Y Carrazzone fue sentenciado a prisión perpetua en febrero de 2022 por un Tribunal Oral de La Plata que lo consideró responsable del secuestro y femicidio de su esposa, Stella Maris Sequeira. La Cámara de Casación, en agosto del mismo año, rechazó el pedido de excarcelación que presentaron sus abogados.
Por otra parte, la abogada de la familia de Sequeira, Raquel Hermida Leyenda, sostuvo en una con TN realizada durante el juicio que “Carrazone mató a su mujer porque sabía quién fue el asesino de Marisol Oyhanart”.
Estancada
Hasta el día de hoy, la causa continúa estancada y la pista más firme es Carrazzone. Se acaban de cumplir nueve años del femicidio y los familiares y amigos de la víctima están bregando para que la causa no prescriba.
Mientras tanto, en Saladillo fue transcurriendo el tiempo, se retomó la actividad pueblerina habitual, y ya no hubo marchas ni actividades que recuerden a la maestra jardinera. La misma mujer que salió a caminar una tarde como cualquiera, hace nueve años, y nunca regresó.
(Texto publicado por Marcelo Metayer, para la Agencia DIB)