Esta noche, tal como estaba previsto, se realizó en el cruce de Arévalo y Av. Yrigoyen una manifestación de vecinos autoconvocados que reclamaron por los ruidos molestos que provocan las motos en todo el barrio, a altas horas de la noche. Los vecinos entrevistados coincidieron en que no se puede descansar ni mucho menos dormir, que los jóvenes se han adueñado de los espacios públicos donde consumen alcohol y otro tipo de sustancias.
Es cierto que no fue una movilización masiva, pero lo que se acordó entre quienes participaron de la reunión es que -de no obtener una respuesta de las autoridades-, cortarían la calle, porque ya están hartos de vivir esta situación que parece fuera de control. No es un dato menor que las personas que tienen alguna discapacidad motora o intelectual son más sensibles a los ruidos y al permanente alboroto, que se prolonga durante toda la madrugada sin que se vislumbre hasta el momento alguna solución.
Uno de los manifestantes dijo a LOBOS 24: “Un día paré a una patrulla comunitaria como a las cinco de la madrugada, porque los chicos andaban en las motos como locos, y las personas que iban a bordo del móvil me dijeron que no podían hacer nada. La verdad que es muy difícil vivir así, en un barrio que antes era tranquilo, y uno ve que día a día se va deteriorando la calidad de vida que teníamos. Hace unos años que comenzó toda esta odisea para nosotros, primero se juntaban en la Plaza Tucumán hasta que pusieron un patrullero, y desde entonces vienen para acá. Se instalan en la Plazoleta Carlos Gardel, la Plaza del Cañón, o en la Plaza Los Pitufos, y hacen cualquier desastre, toman muchísimo alcohol, e inclusive a una vecina le apedrearon la casa porque les dijo a esos jóvenes que iba a llamar a la Policía. Sinceramente, vivimos con miedo y con mucha inseguridad”.
Hay mucha gente que debe levantarse temprano cada día para ir a trabajar, y que no puede descansar como se merece, porque las motos circulan haciendo explosiones o tirando cortes con escape libre, y cuando se juntan a beber en las plazas, lo hacen con total impunidad pese a que está prohibido consumir bebidas alcohólicas en la vía pública. “Dejan los cestos de basura llenos de botellas vacías, así que nadie nos puede negar lo que nos toca atravesar cada noche”, acotó el mismo vecino.
Otro de los residentes, expresó a este medio: “Necesitamos que haya una respuesta de las autoridades políticas, y que de ser necesario modifiquen la Ordenanza 2613, que es la que regula el tránsito en la ciudad. Estos muchachos a bordo de las motos se creen que pueden hacer lo que quieran porque saben que nadie les pone un límite. Hacen fiestas en las plazas, y es lógico que la situación se torne caótica. Es un verdadero descontrol. Vivimos en un barrio donde hay muchas personas mayores, y junto con los niños, son quienes más padecen lo que nos está pasando. Si nadie agarra la manija, esto va a seguir así. Por eso vamos a ver qué respuesta nos dan luego de esta marcha de hoy”.
“Es una tortura vivir de esta manera, los motoqueros coparon las plazas a cualquier hora de la noche y ni siquiera los niños pueden jugar, estamos cansados de que nadie tome cartas en el asunto, lo peor de todo es que esta problemática no es nueva, hace rato que lo venimos sufriendo y que esperamos que alguien se haga cargo. Inclusive algunos de nosotros fueron al centro de monitoreo, pero nos dicen que nadie vio nada, entonces nos preguntamos para qué están. Es muy frustrante no saber a quién recurrir o a quién reclamar. Cada vez que llamamos a la Policía y viene el patrullero, logra dispersarlos un rato a estos muchachos, pero tan pronto como se va el móvil, vuelven enseguida. Como dijo otro vecino, esta odisea empezó cuando se fueron de la Plaza Tucumán y recalaron acá. Desde que eso pasó, no tenemos paz ni un solo día”, fue uno de los testimonios recogidos en el lugar.
Una joven explicó que “los motoqueros hacen picadas constantemente, toman por la calle Arévalo, siguen por la Plaza del Cañón, recorren las calles Soldado Echave, Yrigoyen… Y vemos que nadie hace nada. Los vecinos nos sentimos rehenes, porque no podemos salir y vivimos atemorizados todas las noches. Cada madrugada nos toca atravesar este calvario sin que ninguna autoridad reaccione ante esto. A mí en particular no me importa lo que hagan, siempre y cuando tengan respeto y no molesten a los vecinos. Hay toda clase de ruidos, gritos, peleas, botellas rotas, y no se sabe lo que puede pasar. Ahora nos enteramos de que están organizando otra fiesta en una de las plazas, así que sería bueno que alguien de las fuerzas de seguridad tome el toro por las astas. Si lo sabemos nosotros, con más razón deberían saberlo ellos”.