-La salud mental no es ajena al descalabro económico que vive el país en las últimas semanas, aunque no es el único motivo: Esta tendencia se acentuó duranta la pandemia y los expertos advierten por riesgos. La venta anual de psicofármacos fue de casi 53 millones de unidades en 2022.-
En el comienzo de esta nota de vamos a presentar al que es (por lejos) el principio activo más dispensado y con mayor participación en el mercado de los psicofármacos. El más popular, el que más se consume y el que siempre -y sin ninguna excepción- debería venderse en las farmacias bajo receta archivada. Pertenece al grupo de las benzodiacepinas, que tienen efecto ansiolítico, hipnótico y antiepiléptico. Lo toma Cristina Renteli, vecina de CABA, desde hace varios años, con 75 recién cumplidos, para combatir el insomnio. También Susana Caldas, amiga de Cristina, para calmar la ansiedad generalizada y «aplacar», según ella dice, los ataques de pánico que le provoca el síndrome vertiginoso que la aqueja desde hace dos años.
El clonazepam, en distintas dosis y presentaciones de hasta cuatro laboratorios diferentes, fue el ingrediente farmacéutico activo (IFA) con mayor participación entre los cien psicofármacos más dispensados durante el año pasado, según los datos del último relevamiento que hizo el Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), que realiza estudios e investigaciones sobre el mercado de los medicamentos y su evolución, como la cantidad de unidades vendidas cada año, los precios promedio y sus variaciones. El observatorio, que se puso en marcha en 2001, hoy está coordinado por la doctora Laura Raccagni, y todas las publicaciones pueden consultarse libremente en su página web.
Psicofármacos: el top 5 de los más vendidos
De acuerdo con ese reporte, la dispensa anual de psicofármacos en 2022 llegó a 52.943.888 unidades. Comparado con 2021, disminuyó levemente un 2,77 %, lo que se traduce en 1.507.336 de unidades menos. Por otra parte, y dentro de los medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central, los psicofármacos representan el 41% de ese segmento.
Su tuviéramos que elaborar un ranking donde figuren los ingredientes farmacéuticos activos (IFA) más prescriptos durante el año pasado, quedaría de esta manera: Detrás del clonazepam (con más de 10 millones de unidades dispensadas) aparecen el alprazolam (con 6.325.630 unidades); el lorazepam (1.160.774 unidades); el zolpidem (1.411.000 unidades) y la sertralina (1.171.693 unidades).
Este tipo de medicamentos disminuyen la excitabilidad neuronal y, de acuerdo con la experiencia de los especialistas, se las ha utilizado durante décadas como tratamiento en distintas afecciones, desde la ansiedad generalizada, las fobias, los trastornos obsesivos compulsivos, efectos o factores derivados de un escenario de crisis sanitaria o económic que manifieste el paciente. También se recetas para ciertas urgencias psiquiátricas como la agitación psicomotriz o los trastornos de personalidad y el insomnio. Sin embargo, los expertos advierten que su uso prolongado es riesgoso.
Clonazepam y otros ansiolíticos: dispensa «a mansalva»
Dentro de los psicofármacos, explican los expertos en farmacia y psiquiatría, los ansiolíticos benzodiacepínicos son aquellos que terminan en «pam», como el famoso clonazepam, que inició su comercialización en el país hace ya casi 50 años, pero que ganó un protagonismo creciente en las últimas tres décadas.
La doctora Elsa Costanzo es jefa del servicio de Psiquiatría del área de adultos e infantojuvenil del Instituto Fleni, y explica -entre otras razones- que la dispensa «a mansalva» de los ansiolíticos se vio sustentada por la rápida sensación de calma que generan en el paciente, casi de manera automática. Sin embargo, advierte que, su uso sostenido en el tiempo tiene consecuencias potencialmente graves, como la tolerancia, la abstinencia y la dependencia.
«La prescripción masiva responde, en buena parte, a la ‘seguridad’ que en apariencia ofrece este fármaco. Pero su uso crónico produce, entre otros efectos adversos ya mencionados, trastornos serios de la memoria, predispone a caídas sobretodo en adultos mayores, y es algo que vemos muy a menudo en nuestros consultorios», advierte Costanzo, y llama la atención sobre la indicación -poco acertada- del clonazepam para trastornos de ansiedad, depresión o insomnio.
En este último caso, por ejemplo, si bien los ansiolíticos son «buenos hipnóticos» porque propician que quien los toma se duerma y no responda a estímulos externos o internos, generan tolerancia (es decir, acostumbramiento a la dosis, requiriendo aumentar la misma para obtener el mismo efecto) y dependencia si se los administra durante mucho tiempo. Un hábito que, según precisó la médica en una nota con el portal Iprofesional, sucede con demasiada frecuencia. Ni hablar de los casos donde no hay un médico que haga la receta y una persona consigue esos ansiolíticos por intermedio de un amigo un familiar.
«El clonazepam puede indicarse para tratar el episodio agudo, la crisis, pero luego debe prescribirse un antidepresivo, que hoy por hoy son drogas seguras y ampliamente probadas, como el caso, por ejemplo, de la Sertralina», reseña la experta.
LOS CONSUMIDORES BUSCAN EFECTOS RÁPIDOS PARA REDUCIR LA ANSIEDAD
Ahora, ¿por qué la gente no abusa de la sertralina?, retruca Costanzo. «Porque es un fármaco que, aproximadamente, tarda un mes en hacer efecto. Es un antidepresivo cuya acción consiste en la recuperación de los niveles de serotonina (que ayuda a mantener el equilibrio mental)».
La profesional también hace su aporte sobre las consecuencias que trajo la post-pandemia en la salud mental. «Las cifras de la Organización Mundial de la Salud muestran la evolución de las enfermedades mentales, que aumentaron un 25 por ciento su prevalencia». Además, debido al aislamiento y a la urgencia sanitaria por el Covid-19, hubo mucha gente que dejó de tratarse, que no consultó y optó por la automedicación.
Detalló asimismo que, a partir de las consultas que los psiquiatras del Instituto Fleni reciben a diario, hay un notable incremento de lo que se denomina patología psiquiátrica refractaria. «Esto significa que el que estaba bien se puso mal, y el que estaba mal ahora está peor, y puede ser incluso que ese paciente no mejore con los tratamientos habituales. En Fleni contamos con las herramientas farmacológicas y no farmacológicas necesarias para dar la respuesta adecuada a cada caso en particular. La patología mental, como el virus que ocasionó la pandemia, también se hizo más resistente», concluye Costanzo.