Este jueves 7, tuvo lugar en la Capilla San Cayetano, ubicada en las calles Salgado y Matanza, la celebración de la Procesión y Misa por la Festividad del Santo homónimo, que cada año congrega una multitud de fieles en nuestra ciudad y por supuesto, a lo largo y a lo ancho del país. El templo lució colmado, pese al intenso frío imperante durante toda la jornada.
El Párroco Luis Mena, en su Homilía, tras la lectura del Evangelio según San Lucas, manifestó: “Creo que, de todos los que están acá hoy, muchos vendrán a pedir trabajo. Otros vendrán a agradecer por el trabajo que tienen. Juntos tenemos que elevar la oración de petición y de acción de gracias. Siempre digo que no podemos venir en una actitud egoísta, pensando en el trabajo que yo tengo o que me hace falta. Tenemos que hacer una oración común en este día, nos conozcamos o no. No podemos vivir este momento de una forma aislada. También quiero pedir en esta Misa por los que tienen la posibilidad y por lo que tienen la obligación de crear puestos de trabajo. Otro punto importante es lo que yo puedo hacer dentro de mi realidad y de mis posibilidades para acompañar la situación difícil que están viviendo muchos hermanos y hermanas. Tenemos una realidad social que hoy clama por trabajo, no podemos desatender la voz de aquellos hermanos que la están pasando mal. Vivimos la época de la tecnología, pero ojo, porque si bien uno puede hacer un reemplazo de una persona por una máquina, debemos comprender que lo que estoy reemplazando es una persona que necesita trabajar y dignificarse, para tener la posibilidad de llevar el pan”.
Agregó el sacerdote que: “El trabajo otorga dignidad al hombre, y cuando pedimos trabajo lo que estamos pidiendo es sentir dignidad, y en esta celebración de San Cayetano vamos a pedir por esa dignidad que confiere el trabajo y poder llevar el pan el pan a la casa. No se trata sólo de tener el pan, sino de poder ganármelo, y en ese sentido hay personas que tienen en sus decisiones la posibilidad o la responsabilidad de generar puestos de trabajo. Por otro lado, el hecho de que yo no pueda generar trabajo porque no está dentro de mis posibilidades, no me deja al margen de acompañar a aquel que está pasando por ese problema. Desde mi realidad tengo que buscar compartir lo poco o mucho que tengo”.
“El desafío en estas situaciones de crisis, no es solamente luchar por lo que me está pasando, sino no caer en el individualismo. Cuando uno dice: “No puedo con lo mío, menos voy a poder mirar los problemas del otro”. Hoy se ve a un individualismo que va avanzando de forma voraz. En épocas de crisis como nos toca vivir, tenemos que estar abiertos a la solidaridad y no caer en el individualismo. Otra idea que compartía es la de no rotular. La caridad se hace o no se hace, porque si me voy a justificar para hacerla, todos estamos de acuerdo con que debe haber una escala de valores y de prioridades, pero si yo no tuve la gracia de que me enseñaran esas prioridades y me rotulan como vago o como que no me gusta el trabajo, se me cierra toda posibilidad. Cuando yo rotulo a alguien, lo estoy marcando personalmente o socialmente. Y a veces es difícil revertir esa situación, y hoy más que nunca tenemos que estar atentos de no caer en eso. Si ponemos rótulos, se crean heridas sociales que van dañando, y que cuesta mucho cicatrizar. Basta hablar con una persona que por algún motivo ya fue rotulada. ¿Qué hace esa persona después? Hoy pedimos pan, trabajo y salud, no para mí, sino para nosotros. Y nosotros los cristianos no podemos perder la mirada comunitaria y social. Lo primero que hizo Jesús fue formar una comunidad, buscando a los que estaban afligidos y agobiados, incluyendo a los que estaban fuera del mundo religioso o social. Esto que estoy diciendo, para nosotros los cristianos no tiene una base donde algún Papa lo haya establecido, sino que es el modo de actuar de Jesús, lo que El hizo, dijo y vivió”, enfatizó el religioso.
Posteriormente, los presentes compartieron el tradicional mate cocido con pan.