Fueron muy interesantes las conclusiones a las que arribaron los estudiantes secundarios que participaron del Parlamento Juvenil. Se trata de una jornada en la cual los chicos son «concejales por un día»: En consecuencia, deliberan, participan, y trabajan en comisiones. Y si bien fueron seleccionados tres proyectos para la instancia regional, merecerían ser tenidos en cuenta todos ellos, para que el Deliberativo les otorgue el tratamiento correspondiente. Los adultos que ocupan sus bancas son el espejo que contrasta con la seriedad con que los jóvenes asumieron el compromiso de ocupar esos escaños.
Ellos son las voces de la nueva generación. Tienen inquietudes por resolver las problemáticas que afronta la comunidad, desde el plano institucional. Esto no significa que los concejales no lo hagan, sino que la mirada de los chicos tiene otro prisma para analizar la realidad. Estuvieron en el recinto 27 alumnos de escuelas secundarias del distrito, de los cuales se eligieron tres para que representen a Lobos en la instancia regional. Y la denominación de las comisiones pone de manifiesto lo que estamos mencionando. Los estudiantes muestran interés en cuestiones que (quizás) los adultos ignoran: Derechos Humanos, Inclusión Educativa, Comunicación y Medios, Educación Ambiental, Género y ESI, Participación Ciudadana, Integración Regional, Jóvenes y Trabajo.
Nuevamente han dado el ejemplo, al trabajar con esmero y ad-honorem en una sesión donde se dejaron de lado las diferencias de criterios para ponerse de acuerdo en un proyecto común y superador. Ojalá algunos ediles, a quienes no se les conoce la voz porque su participación en las sesiones es muy limitada, tomen como referentes a los más jóvenes, que sin lugar a duda están preocupados por su futura inserción en el mercado laboral, entre otras cuestiones que son recurrentes en un país que no propende a la inclusión de quienes recién concluyen sus estudios.
Estos chicos no deberían recibir pasantías o pseudo-programas que son de absoluta precarización, sino un empleo genuino que sólo puede ser posible en una ciudad que les brinde las oportunidades que necesitan para desarrollarse y evitar el desarraigo. Para lograrlo todos los actores involucrados deben sentarse a la misma mesa y arribar a soluciones concretas, planteando el problema sin rodeos ni mezquindades, porque lo que está en juego es el futuro de cientos de adolescentes que muy pronto deberán votar como todo ciudadano, egresan de sus estudios secundarios y que en muchos casos se convierten en el sostén económico de sus familias.
LOBOS 24