Uno de los días más fríos del año, con temperaturas que realmente no estamos acostumbrados, no fue impedimento para que la feligresía se volcara masivamente. En la tarde de hoy, domingo 14, se celebró en el Templo Parroquial una Misa conmemorando el Día de la Virgen del Carmen (que es el 16 de julio), Patrona de nuestro pueblo, y que da nombre a nuestra querida Parroquia. Centenares de fieles se dieron cita para participar del oficio religioso, presidido por el Obispo Auxiliar de la Diócesis Mercedes-Luján, Monseñor Jorge Eduardo.
Tras la lectura del Evangelio según San Lucas, el Obispo Jorge expresó en su Homilía:
“Es un texto que dicho por Jesús, toma una fuerza en la cual pasan las generaciones, pasa la historia y sigue resonando en lo profundo del corazón de quien quiere escuchar algo novedoso. Esta parábola del buen samaritano tiene una fuerza que uno no se cansa de leerla. Especialmente cuando se trata de celebrar nuestra identidad, lo que somos. Si uno tuviera que buscar el ADN del Cristianismo, podría venir a esta página. Cuando algo nos conmueve, el sufrimiento de nuestros hermanos, estamos actuando conforme la Palabra de Dios. Cuando nos preguntamos “quién es mi prójimo”, no hay distancia posible, nos somos el centro del amor, sino que lo es el otro. Por eso debemos ver de quién me hago prójimo, esta es la clave de la vida de quien sigue a Cristo, porque nos estamos invitados a amar al mundo que gira a nuestro alrededor, sino a aquel que necesita ser amado. El otro debe ser nuestro centro, aquel que está necesitado. Esa es la auténtica forma de vivir el amor a nuestros hermanos (…) La Patria necesita de algo inédito, no alcanza lo ordinario, si queremos salir adelante hace falta algo más, que podríamos llamar extraordinario, y tal vez hoy ustedes que celebran esta Fiesta Patronal, están invitados a celebrar lo inédito, como una luz en la montaña, o la levadura que fermenta en el pan”, sostuvo con énfasis el prelado.
Añadió que: “No podemos pasar de largo frente al hermano que sufre o poner excusas, no podemos perder la sensibilidad, sobre todo en tiempos donde todos estamos tentados a la guerra y al enfrentamiento”.
Concluida la Misa, con fervor y alegría, los devotos participaron de una Procesión que contó con un gran colorido, y con el particular entusiasmo que le imprimen a este tipo de celebraciones los niños de Catequesis. La imagen de la Virgen del Carmen, acompañaron todo el recorrido, por el perímetro de la Plaza 1810, entre cánticos y oraciones, agitando pañuelos con los colores del Vaticano, blanco y amarillo.