Damián Fioretti (35) es saxofonista y coiffeur. Vive con su pareja y sus dos hijos en Roque Pérez, y todos los días viaja hasta Lobos para atender la peluquería junto con su prima. Ambos son estilistas unisex y tienen el local en la calle Moreno al 500 desde hace 15 años. En esta nota de LOBOS 24, reproducimos una síntesis de la entrevista en la que el talentoso joven habló de todo, dejando varias definiciones interesantes sobre lo que significa ponerle pasión a lo que le gusta hacer. El programa se emitirá mañana, miércoles 13, al término del noticiero de la señal Lobos Digital (canal 8 y canal 102 en full HD).
Explicó el invitado a Patricio Contrera, conductor del ciclo, que: “Nos criamos juntos con Giselle, mi prima, en la casa de mi abuela. Era el lugar de encuentro, ello hizo que tuviéramos una relación muy estrecha, los dos elegimos el camino de la peluquería. Yo estuve varios años capacitándome en Buenos Aires en la Academia de Oscar Colombo al igual que Giselle, y ya tenía ganas de venir a trabajar acá. Fue así como largamos el emprendimiento, formamos nuestras familias, y afortunadamente tenemos una buena clientela, uno es un poco el psicólogo de los clientes, porque en el país pasaron muchísimas cosas en los últimos 15 años, y se vuelve un tema ineludible. Todos estamos en la misma, peleándola día a día. Hoy se vive esa sensación de que las medidas económicas nos están afectando a todos, pero no queda otra que ponerle el pecho a la situación y salir para adelante. Cuando cada uno de nosotros va al supermercado o al almacén nos damos cuenta de la realidad que nos toca vivir más allá de lo que digan los políticos. Esto no significa estar ni de un lado ni de otro, es lo que nos toca afrontar”.
En otro tramo del reportaje, Damián sostuvo: “Este año, artísticamente hablando, tuvo una parte evolutiva muy interesante, sobre todo a nivel del proceso creativo. Aunque lo mío con el saxo no deja de ser un hobby, tuve muchas presentaciones, y en lo personal lo disfruté bastante. El año pasado, el 24 de diciembre, participamos con El Napo de un cóctel de gala en La Candelaria, había muchos extranjeros que querían escuchar a músicos argentinos. Y ahora nos volvieron a pedir presupuesto para una futura presentación. Si se da la posibilidad, iremos tres, porque el Napo también está con Oscar Ortiz, que toca la guitarra. Yo también tengo mi parte solista, y trato de cubrir todos los ámbitos. Si necesitan que vaya yo solo a un determinado lugar lo hago, y en otros casos voy a dar un espectáculo con otros artistas como los que te mencioné. También volví este año a La Candelaria para el Día de los Enamorados, donde hubo una cena romántica muy linda. Todo eso te lleva a tratar de superarte musicalmente».
Añadió asimismo que: «Este 2024 también estuve con bandas de rock, como Asesinos del Pentagrama, participé del Rock al Parque, y en el Teatro Italiano formé parte del Sexteto del Napo. Esa fue una de las mejores puestas que yo tuve a nivel banda, la gente nos ovacionó, y fue muy emocionante. El desafío a priori era grande porque el repertorio era muy variado, había música lírica, tangos, boleros, melódico… Realmente fue hermoso para todos los que tuvimos la oportunidad de ser partícipes de esa noche. Para mí, lo más lindo que tiene la música es cruzarte con diferentes artistas y compartir experiencias».
«Hace alrededor de 13 años que toco el saxo, estuve estudiando en el Conservatorio de Mercedes, en la Orquesta del Instituto Cultural de Cañuelas, acá en Lobos arranqué con Rolo Fernández que me ayudó muchísimo a dar los primeros pasos. Comencé con un saxo de bambú, y luego pude pasar a uno de bronce que requiere otra técnica u otro estudio. Luego de haber estado aprendiendo con Rolo, como te decía antes, fui a Buenos Aires para tomar clases de forma particular con un saxofonista profesional, Pablo Porcelli, durante alrededor de 3 años. Pasé por el Conservatorio, aunque no lo terminé: De los siete años de carrera, hice cuatro y en ese momento estaba estudiando orquestación, no música popular. Guardo muy buenos recuerdos de aquellos años. Pero si bien pasé por diferentes experiencias musicales, sigue siendo un hobby para mí”, amplió Fioretti.
«El saxofón de bambú, sirve para iniciarse, pero el mayor problema que tiene es la afinación. Hay gente que se dedica a fabricarlos y también músicos que deciden utilizarlo, quizás no ha obtenido mucha masificación, pero el instrumento que tengo actualmente implica dedicarle mucho más tiempo, y yo lo tomo como un avance. Lo mejor que te puede pasar cuando estás en una banda, como me pasó con el Napo, es que haya una química, que hablemos todos el mismo idioma», subrayó.
«La boquilla del instrumento es cara, puede llegar a costar 500.000 pesos o más, pero yo ahora estoy usando unas que se fabrican en el Sur, en Lago Puelo, que son réplicas pero que a su vez están reformadas. Uno de los puntos fundamentales para todo instrumento de viento, sobre todo el saxo, es aprender a manejarse con la respiración para llegar a las notas altas. Si un show dura 40 o 50 minutos la podés remar bastante bien, pero si dura más de una hora terminás un poco agotado. Es un gran desgaste de energía pero la verdad es que lo disfruto. Con una banda es distinto, porque no podés largarte a hacer un solo a tu gusto, tenés que seguirles el tren a los otros músicos, y eso está bueno también», acotó el invitado.
“Si hablamos de costos, hay muchas marcas de saxos, y tiene que ver también con la música que quieras hacer. El saxo alto que uso actualmente lo tengo desde hace 6 años más o menos, y en ese sentido funciona igual que las voces: También están los soprano, tenor y barítono. Se lo compré usado a uno de los saxofonistas de (la banda) la Mississippi que tenía un local en la calle Talcahuano. En su momento pude comprar un Yamaha, y otro que sería el soprano que es algo inferior en cuanto a su calidad. La idea es ir buscando diferentes sonoridades, pero lo que más influye es la boquilla. Una marca que ya se ganó un lugar en el mercado tiene ese plus, sin embargo para encontrar ese sonido que pretendés, no es lo único que influye. Según la apertura de la boquilla, vas a poder tener un sonido más brillante u otros con más graves. Y la respiración la vas adquiriendo como un ejercicio, porque si hacés una nota alta, no podés quedarte sin aire. El trabajo principal para evitar eso es trabajar sobre la parte muscular de la boca. De lo contrario podés llegar a lastimarte, sobre todo si tocás una excesiva cantidad de horas por día. Pero eso lo vas aprendiendo tomando clases con músicos que ya tienen otro nivel”. (En Internet y en revistas especializadas abundan otros detalles más técnicos sobre lo que menciona Damián, pero esta nota es solamente a modo de divulgación)
Confesó el entrevistado que: “Me gusta improvisar, porque creo que es ahí donde se puede canalizar el estado emocional en que te encontrás, te otorga esa libertad. Podés tocar simplemente porque tenés ganas de expresarte, y además puede suceder que en ese proceso vayas encontrando melodías que van dando lugar a otro tipo de composición. Lo que pasa es que si hacés un espectáculo en vivo, improvisando, el público lo disfruta más porque está viendo a ese artista hacer música sin ninguna partitura (…) Yo disfruto mucho amenizando eventos en la medida que perciba que el público también lo disfruta, porque de lo contrario sería un acto un poco egoísta, como para lucirse, y a mí me interesa que haya una retroalimentación con la gente”.
Un programa imperdible, donde todo el segundo bloque estuvo dedicado íntegramente a que Fioretti compartiera con la audiencia clásicos del jazz y del cancionero popular, algo que seguramente será del agrado de quienes siguen las emisiones de “Café Doble” en sus 5 años consecutivos de permanencia en el aire.