Este miércoles 7, tuvo lugar en la Capilla San Cayetano, ubicada en las calles Salgado y Matanza, la celebración de la Misa por la Festividad del Santo homónimo, que cada año congrega una multitud de fieles en nuestra ciudad y por supuesto, a lo largo y a lo ancho del país. El templo lució colmado, pese al intenso frío imperante durante toda la jornada.
El Párroco Luis Mena, en su Homilía, tras la lectura del Evangelio según San Mateo, manifestó: “En este momento difícil que nos toca atravesar como país, hay muchos que han perdido la Fe, a quienes les ha ganado la desesperanza, y creo que hay una razón para que eso pase. No podemos tapar el sol con la mano. Porque esto que hoy se escuchaba cuando los invitaba a pedir libremente por el trabajo, por llegar a fin de mes, o por la salud, cuando eso se ve golpeado en esta unidad que somos, muchas veces nuestra fe también se ve golpeada. Si ustedes leen a los profetas, muchos de ellos le han clamado o le han gritado a Dios, “¿Dónde estás?”. “¿Por qué te escondes? ¿No nos escuchas?”. En momentos de angustia se animaron a gritarle a Dios y exponerles sus sentimientos. Hoy expusimos en una oración comunitaria lo que nos pasa a nosotros y a tantos hermanos y hermanas. El Señor escucha el clamor de su pueblo. Pero en medio de una situación difícil, surgen estas cosas. Por ejemplo, a una persona que no llega a fin de mes, yo no la puedo mandar a rezar solamente. La oración acompaña, pero ese hermano está pidiendo una asistencia, y si hay algo que tiene que surgir entre nosotros es la solidaridad. Como cristianos, no podemos perder la esperanza, que ante una crisis suele flaquear”.
Agregó el sacerdote que: “Cuando nos aprietan las crisis, aparece el fantasma del individualismo, porque el pensamiento es: ‘No puedo con lo mío, menos voy a poder con lo del otro’, y eso va creando un egoísmo que profundiza las crisis que no se puede negar. Por eso con ese “no poder”, justificamos el no comprometernos. Con lo poco de muchos, se hace más, como digo siempre. Es un tiempo en que la solidaridad debe estar a flor de piel, y hay que estar más atentos hacia aquellos que nos rodean y que la están pasando mal, aunque yo esté en la misma situación. Es un ejercicio que como comunidad y como país tenemos que aprender. Aparecen un montón de interrogantes: ¿Qué hago? ¿Cómo llego? Y no nos damos cuenta de que hay hermanos que a esa zozobra la viven diariamente».
«Jesús, como buen pastor, nos quiere conducir, y quiere cambiar nuestro duelo y llanto en alegría, nuestra desesperanza en esperanza. No podemos perder esa mirada. Cuando la situación se pone complicada, no es para unos pocos, nos afecta a muchos. Y esto nos lleva a pensar que no está mal darnos un gusto, pero no es menos cierto que a veces lo hacemos con cosas que son tan innecesarias y que después quedan ahí archivadas. Hay que revalorizar, reconsiderar».
“Por eso, es necesario abrir la mirada y eso basta para darnos cuenta de si estamos realmente comprometidos o no. Está claro que si somos un pueblo, no es la crisis de uno, es la crisis de todos, por más que unos estén en una posición más holgada”, enfatizó el religioso.
Posteriormente, los presentes compartieron el tradicional mate cocido con pan.