(El contenido de esta nota es una síntesis del programa de TV “Café Doble”, que saldrá al aire hoy, miércoles 27, por la señal de RSO/Lobos Digital)
Patricio Falvella (43) es uno de los cicloviajeros más conocidos de Lobos. En 2019 emprendió una aventura a bordo de su vehículo con el cual recorrió casi toda Sudamérica, nada más y nada menos que 15.000 kilómetros en dos ruedas. Para el común de los lobenses, es difícil dimensionar una travesía de tal magnitud. Es evidente que tiene pasión por ese hobby, que hasta el día de hoy sigue practicando, motivado por el deseo de conocer paisajes y culturas muy diferentes de las que uno está acostumbrado a ver.
Pero más allá de aquella aventura internacional, Patricio recuerda una instancia muy particular: Cuando en octubre de 2017, decidió salir rumbo a Ushuaia para recibir el 2018 allí.
Sobre esa “gira” que seguramente atesorará en su memoria y en las fotos que aún conserva, dijo al periodista de LOBOS 24: “La experiencia de pasar Año Nuevo en otro lado, en el Fin del Mundo, es muy agradable, pese a que no estaba con mi familia. Compartí ese momento con gente de distintos países, porque de algún modo ellos también estaban solos. Nos reíamos, porque como eran turistas de lugares con otro huso horario, a algunos les faltaba más tiempo que a otros para recibir el nuevo año, fue muy divertido. Y lo recomiendo, porque además estamos en una era de comunicaciones que no te permite estar aislado. Hoy por hoy, con el celular hacés una videollamada, es decir que así estés en Ushuaia o en cualquier parte, te podés conectar. Se ha globalizado todo, de forma tal que vos podés mandar un mensaje o un saludo y tus seres queridos van a saber que vos estás bien, hace 15 o 20 años eso un hubiera sido posible, la única alternativa que quedaba era mandar cartas”.
Agregó, en tal sentido, que: “Yo tardé casi dos meses, salí en octubre yendo por la Ruta 3, y es bastante peligrosa, con muchos camiones que van llevando mercadería hacia el Sur. Y tenés muchísimo viento, tuve la suerte de que pude acortar algunos tramos porque un camionero se ofreció a llevarme desde Puerto Madryn hasta Ushuaia. Un viaje de ese tipo cada uno lo hace como quiere, no hay que ser tan estructurado, así que teniendo en cuenta todas esas cuestiones, me llevó dos meses llegar. Si querés ir hasta allá usando sólo la bicicleta, tendrías que salir por lo menos en agosto. La verdad es que disfruto todo en cada viaje, no sólo el destino al que pretendo arribar, sino también lo que voy viendo mientras pedaleo. Siempre voy a un ritmo tranquilo, no tengo apuro, porque vos estás solo y eso que está a tu alrededor lo estás presenciando en vivo, es la naturaleza misma. Vivimos muy acelerados y no nos damos un tiempo para lo más simple, nos perdemos lo que pasa en el medio, porque estamos ansiosos por llegar a tal o cual lugar. Pienso que si viajás en avión, es totalmente distinto, porque salís de un aeropuerto y terminás en otro. Buscás el equipaje y ya estás en el destino que elegiste”.
Recomendó, asimismo, lo siguiente: “Para quienes deciden hacer algún viaje de mediana o larga distancia, lo primero que no te puede faltar en la bici es agua, luces, el casco, chaleco refractario. Si se trata de una excursión corta dentro de Lobos o de los pueblos de la zona, de hecho estuve haciendo muchos viajes rumbo a Monte, recorriendo Abbott, Ranchos, entre otras localidades. También llevo una pequeña garrafa con un combustible para cuando hace mucho frío, una colchoneta para descansar o dormir, y a todo eso le podés agregar papel higiénico, un inflador, repuestos que necesites para la bici… Son casi 25 kilos. Al principio te da la sensación de que es mucho peso, pero te vas acostumbrando en el trayecto. Básicamente, lo notás cuando arrancás y cuando parás, después no. Siempre llevo comida para preparar algo rápido».
Comentó, en otro tramo de la entrevista, que: «Hace dos años hice un viaje de 28 días, llevaba 15.000 pesos, y gasté solamente 2.000. Me encargaba de hacerme la comida, de armar la carpa, por lo general dormía en alguna estación de servicio. Lo mismo para higienizarte o darte una ducha, también lo podés hacer en esos lugares. Y te encontrás con gente que te permite pernoctar, o te presta el patio de la casa para acampar. Una vez que iba rumbo a Sierra de la Ventana, ahí sí pagué un camping porque me quería quedar varios días. Si yo llegaba hasta Roque Pérez, ponele, y ya tenía empezar que gastar, no me iba a alcanzar para la distancia que yo quería cubrir. Por lo general, recorro entre 50 y 60 km. por día, una distancia común porque seguro te encontrás con otro pueblo en ese trayecto. Físicamente lo podés sobrellevar».
“Lobos creció muchísimo, pero antes lo que veíamos era que nuestros padres trabajaban, se casaban, tenían hijos, en casi todas las familias era así, o sigue siendo aún. Se fue modificando bastante, y si bien yo extrañaba a mis hermanos y a mis viejos, me mentalizaba en lo que estaba haciendo, me propuse cumplir un sueño. Ellos lo fueron entendiendo con el paso del tiempo, las épocas han ido cambiando, y los que tenemos una edad como la mía y todavía no tenemos compromisos de esa índole, tenemos más margen para animarnos a hacer algo así”, argumentó Falvella.
“Para mí, es fundamental que si vas por la ruta, los autos o camiones te vean, de ahí la importancia de usar el chaleco, que lo llevo puesto siempre que salgo sin importar qué hora sea. Claro que hay rutas que casi no tienen banquina. Cuando me ha pasado eso, me hago a un costado y espero todo lo que sea necesario hasta que haya poco tránsito, tengo tiempo para seguir mi camino. Pero desde hace dos años empecé a intercalar la ruta con los caminos rurales, y si lográs hacerlo te sentís más tranquilo y seguro. Además, disfruto más el paisaje. Si vos vas por la cinta asfáltica, hay muchos animales muertos, ver eso no me gustaba para nada, todo lo contrario. Quería verlos con vida, en su hábitat. Por eso si elegís un camino rural, podés contemplar mucha fauna. En ese viaje que hice desde Monte siguiendo hacia Ranchos, vi como 10 zorros, y nunca vas a poder contemplarlos si hacés todo el viaje en una carretera. Y lo que me pasa a mí, es que me siento con otro ánimo. Vas llevando el viaje de otra manera, tampoco tenés que mirar tanto el espejo para ver quién viene atrás. Eso te da la posibilidad de ver lo que encontrás a tu alrededor. Para evitar cualquier accidente, yo no voy escuchando música mientras ando en la bici: Tenés que agudizar el oído y estar atento”.
“Para el año que viene, tengo proyectado ir otra vez a Tandil, pero como te comentaba, tratando de usar caminos rurales que ya más o menos conozco. Sigo usando mapas en papel, porque si recurrís a Google Maps, a veces no figuran o no aparecen. Me manejo un poco a la antigua, también llevo una brújula para orientarme. Por supuesto que le podés ir preguntando a algún baqueano cuál es el acceso o la cañada más conveniente”. Les deseamos al “Fatu” que el próximo ciclo lo encuentre pleno y feliz, pisteando por donde desee tener ese encuentro con sí mismo. Ha sido de esa manera como el cicloviajero lobense descubrió la tranquilidad y la paz que cada persona consigue con actividades de lo más diversas.