Este viernes 8, feriado nacional con motivo del Día de la Inmaculada Concepción de María, y tal como estaba previsto, la Parroquia Nuestra Sra. Del Carmen realizó varias actividades en el marco de esta fecha central dentro del culto católico.
Por la mañana, en el B° Hipódromo, se continuó con el proyecto “Iglesia en Salida” que impulsa el grupo de Pre-Bautismal. En tal sentido, en el predio donde antiguamente estaba la Capilla del barrio, sobre la calle Pila, se bautizaron a 15 niños y niñas de distintas edades.
A la tarde, el sacerdote Luis Mena, quien acaba de cumplir 20 años de ministerio, junto con varios fieles se congregaron en la Plaza Tucumán para compartir una mateada y una charla distendida, pero a su vez relacionada con el motivo de dicho encuentro.
Y a las 20 hs, en el mismo espacio verde, se celebró una Misa, donde los feligreses concurrieron espontáneamente con reposeras o sillas para presenciar el oficio religioso. Es el segundo año consecutivo que desde la Parroquia se implementa la modalidad de celebrar la Eucaristía al aire libre. El Padre Luis Mena bendijo a cuatro futuras mamás y todas ellas recibieron obsequios, como es habitual para tal ocasión.
Tras la lectura del Evangelio según San Lucas, el Párroco expresó en su Homilía: “Dios prometió enviar a un Salvador en la plenitud de los tiempos, y envió a Su Hijo, nacido de una mujer. Hoy celebramos que esa mujer que fue elegida, fue preservada del pecado, porque en su vientre y con sus pechos iba a amamantar y a llevar al Hijo de Dios. María, sin comprender lo que estaba sucediendo, se animó a decir que sí, pues no era consciente de la gracia que hoy nosotros reconocemos en María y que la Iglesia reconoció a través de un dogma. Fue una mujer de Fe que cuando el ángel le dice que iba a ser la Madre de Dios, se pregunta cómo es posible, si no ha tenido relación con ningún hombre. Pero ella esperaba y creía en esa promesa que Dios iba a enviar al Mesías. Por eso dice que sí, lo acepta y le dice al ángel “que se cumpla en mí lo que me has dicho”. Hoy Dios vuelve a decirnos, como en el libro del Génesis, dónde están, por qué se esconden, por qué se alejan, porque él es el Señor de la Misericordia. Un Dios que no juzga, que no condena, que aborrece el pecado pero que nos ama aun con nuestra condición de pecadores. Y nos acepta tal cual somos, conociendo nuestras virtudes y nuestras limitaciones, y es el mismo Dios que nos hace levantarnos del barro cuando nos caemos”.
Remarcó asimismo que: “En esta celebración, es importante pensar que nosotros también estamos llamados a decirle “sí” a Dios como lo hizo la Virgen. Pero no se trata de una afirmación individual y egoísta, sino que debemos compartir a nuestro Dios con los demás. Quiero poner hoy en ese corazón inmaculado de María, la vida de cada uno de nosotros y de toda la comunidad, los desafíos que hoy como Iglesia estamos llamados a vivir, porque nos toca asumir la realidad de este tiempo”.