Lobos 24 Un nuevo concepto en información
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En la noche de ayer, tuvo lugar en la Sociedad Española el estreno de «La Fiaca 2.0», una versión remozada y actualizada de este clásico de teatro argentino, en este caso con el elenco de El Teatrito bajo la dirección de Dante Mazzeo. Una comedia desopilante, que -a su vez -deja lugar para la reflexión sobre el tiempo que perdemos en hábitos que carecen de sentido, como se verá más adelante.
El abordaje que traza el Director es completamente actual, y plantea el estado de alienación que estamos viviendo, a consecuencia de la virtualidad, del uso desmedido de los celulares, que interfieren constantemente en el contacto interpersonal. y fenómenos curiosos como gente que le saca fotos a lo que va a comer y las sube a las redes sociales, que se deprime si esta publicación no cosecha los “like” o “me gusta” que esperaba. En resumen: Una necesidad de registrar cada momento de la vida cotidiana en una pantalla.
Otro aspecto que subyace durante toda la obra es el hecho de que el celular o las tablets se han vuelto tan invasivas, que fuera del horario laboral o en las circunstancias más insólitas e inapropiadas, recibimos mensajes de WhatsApp que no dudamos en responder. No ponemos un límite ante eso. Nos hemos acostumbrado a algo que bien parece transformarse en un camino sin retorno. Pero ese eje central en que se sustenta La Fiaca no es presentado de un modo solemne ni pretendiendo enseñarles a los demás cómo deben vivir. No contiene un mensaje moralista, sino indagar ensituaciones que no hacen más que evidenciar cómo la adicción a un simple dispositivo nos priva de muchas cosas, lo cual puede tornarse patológico, y cuya importancia en la vida de los millenials (o no tanto) alcanza niveles altísimos.
Una de las escenas que revela ese cambio de paradigmas se da cuando una de las protagonistas, ofuscada con su hijos, les impone como penitencia que no podrán usar «la Play» por una determinada cantidad de días. Para los chicos de hoy, se ha convertido, casi, el peor «castigo» posible.
Diego Vignale (interpretado por Juan Terán) se da cuenta en un momento dado que ha visto truncos sus sueños y sus aspiraciones a cambio de una vida monótona y aburrida, sumada a conflictos con su mujer, reproches y «pases de factura», y ello no hace más que precipitar la decisión de prescindir de esta suerte de mundo paralelo en que vivimos hoy, donde nadie es capaz de ignorar el sonido de celular incluso mientras se encuentra conversando o tomando un café con un amigo, frente a frente.
El personaje principal se harta de que la agencia de publicidad donde trabaja se vuelva excesivamente demandante, y antes de perder la razón, comprende que esos mensajes o llamados fuera del horario de trabajo lo están asfixiando, ya que no le dan lugar a aquello que siempre quiso hacer y que vio postergado en una sociedad donde todo debe ser “ahora”, no hay pausa posible en medio de esa vorágine. Es entonces cuando aparecen los presuntos culpables: Facebook, Instagram, Twitter, y otras redes más que no brindan una satisfacción real, y se torna un terreno farragoso. Vignale descubre que el ocio le permite conectarse con el placer, con deseos y anhelos frustrados, ya sea porque no tuvo tiempo para concretarlos o porque los consideró secundarios. Ese quiebre en la actitud que comienza a asumir lo pone en una situación de evidente contraste ante quienes continúan dejándose llevar por un aparato que se fue concebido para enviar y recibir llamadas, y que hoy nos esclaviza. Su “fiaca” es una rebelión a un sistema demandante, asfixiante y que no le permite disfrutar la vida.
Las actuaciones están muy bien logradas. Si hay algún personaje que se destaca, puede darse ese caso sólo porque el libreto hace que tenga más letra o intervenciones que el resto. Pero todos cumplen con creces su rol dentro de la puesta. Los efectos de sonido, al igual que las imágenes que se proyectan sobre un telón, constituyen otro acierto. Por momentos da la impresión de que esta versión es un poco larga (90 minutos), pero cuando va promediando el final, más de uno comprenderá que no hubiera podido darse de ese modo sin todas las secuencias previas. Julia Castelao, Marcela Cincunegui, Gustavo Mujica, Juan Terán y Paola Cobas dan lo mejor de sí mismos en el escenario, esa vocación por darle sustento a la obra se nota en cada detalle.
Habrá más funciones, siempre en el mismo escenario: 12, 19, 21, 24 de noviembre . Y el 1, 3, 8, 9, y 10 de diciembre. Valor de la entrada: $ 2.000.-
