Lobos 24 Un nuevo concepto en información
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El sábado, el taller de Miriam Ritenuti inauguró su exposición del taller de arte infantil, con 14 niños que participaron con sus trabajos. Y la galería de la calle Salgado se vistió como una fiesta de cumpleaños, con gran acompañamiento de los padres y familiares de los pequeños artistas.
En diálogo con LOBOS 24, Ritenuti expresó: “La edad de los niños que exponen hoy oscila de 5 a 12 años. Y las dos alumnas más grandes vienen desde los 4 años, hay algunos que comenzaron este 2023, otros que arrancaron hace dos meses, en ese sentido hay mucha variedad. Lo más satisfactorio para ellos y para mí es ir viendo la evolución que han alcanzado a lo largo de las clases, y que se nota en las obras que van haciendo. Realmente lo que más les gusta es jugar con los colores, algo que a mí también en lo personal me gusta, porque con los colores vamos aprendiendo a integrar, oscurecer y aclarar. Es decir, a trabajar con sombra y luz”.
“Lo primero que aprenden los chicos es a dibujar, y luego a pintar con acrílico, que es todo un desafío porque se seca muy rápido, pero ellos se sienten cómodos haciéndolo. Y siempre hay casos en los que uno puede ver que tienen talento como para ser muy buenos artistas en el futuro. A los que le gusta dibujar, les cuesta más poner colores, y viceversa”.
Dijo asimismo que: “Hace varios años que vengo dando clases para niños, y cuando después a esos alumnos los ves crecer o ves que han continuado con las artes plásticas, es muy reconfortante. A veces pasan por la vereda de la galería, ya son adultos o adolescentes, me saludan, y me parece increíble ver cómo pasa el tiempo, algunos de ellos ya están en la Facultad. Todo eso me hace pensar en los años que estoy enseñando desde que volví a Lobos”.
“Los papás son quienes traen a sus hijos y los incentivan, y es positivo que la familia los apoye, en la época nuestra no era tan así. Es bueno que eso haya cambiado. Yo esto que hago lo descubrí de grande y creo que es algo que ya lo tenía dentro porque era una búsqueda que tuve desde siempre. Para esta muestra, yo les di libertad a los chicos y sus familias para que eligieran las obras que más les gustaran, o que ellos consideraban que se podían lucir”
Bien podemos decir que el gran mérito de Miriam como docente ha sido el de motivar y guiar a los chicos para que exploren su creatividad. Las clases duran 90 minutos semanales, y según explicó, si hay una obra que les quedó inconclusa, los pequeños alumnos siguen trabajando sobre ella la semana siguiente. “La obra termina cuando ellos lo ven como quisieran, porque también tienen que aprender a mirar, pero cuando ya han venido varias veces y se van soltando, se pueden desenvolver más libremente. No es una escuela en el sentido de que no es obligatorio, tiene que ser un espacio que realmente disfruten”, concluyó.
