Mientras no haya soluciones concretas, impulsadas por alguien que ponga freno a la ola de inseguridad que azota a los lobenses, es lógico y comprensible que los vecinos continúen reclamando, porque está en juego la integridad de su patrimonio y de su propia vida. Las imágenes de delincuentes que muestran de un modo obsceno y con total desparpajo fajos de billetes que les fueron despojando a numerosas víctimas en una actitud claramente desafiante hacia la Policía, los funcionarios municipales, y la misma Justicia, no hacen más que provocar una indignación colectiva por la impunidad con la que actúan. Por no mencionar el hecho de que la gran mayoría de ellos tienen en su haber un frondoso prontuario, viven en la marginalidad, a costa del botín que fueron acumulando en sucesivos delitos. Por otra parte, es inadmisible que la Policía no esté autorizada a divulgar las identidades de los aprehendidos o detenidos, pero si de los denunciantes de un ilícito. Y con respecto a esto último, debemos ser justos y eximir de responsabilidad a los efectivos, porque es una disposición caprichosa y garantista que no proviene de Lobos, sino de estamentos superiores.
Está claro que no son improvisados, son “profesionales” del delito, si es que cabe el término. Se han perfeccionado en el arte del saqueo y de la ilegalidad. Saben muy bien dónde la gente preserva sus objetos de valor, sus efectos personales, y aprovechan cualquier descuido en que una vivienda particular está deshabitada, para proceder al saqueo y llevarse todo lo que puedan. No saben de límites, su ambición desmedida les permite exhibir como un trofeo aquello que robaron con la tranquilidad de suponer que las fuerzas de seguridad no harán mella en su accionar. Los lobenses no necesitamos que venga Berni o el funcionario de turno “vestido de Rambo”, como lo hemos visto, a asumir la figura impostada de un tipo duro e intransigente. No necesitamos, tampoco, que nos digan que la proximidad con el Conurbano es un factor que potencia modalidades delictivas cada vez más violentas y sofisticadas. ¿O acaso CABA es el paraíso, un territorio blindado, no hay allí homicidas, sicarios, violadores, «trapitos», arrebatadores? Sería un análisis muy simplista y desacertado.
No es relevante tener que escuchar, una y otra vez, acerca del accionar de la Justicia. Todo lo que nos puedan decir se torna insuficiente, redundante y ocioso ante la contundencia de los hechos. ¿Hay zonas liberadas? Es difícil de probar, pero de ser así, ¿Quiénes son los que despejan el terreno para que los malvivientes hagan de las suyas ante la pasividad o inacción de lo que tienen la responsabilidad institucional o política de protegernos?
Sabemos que es un problema complejo con múltiples aristas y que requiere que todos los actores involucrados sumen esfuerzos para trabajar en conjunto. Desde hace años que Lobos no cuenta con un Foro de Seguridad, en el cual estaban representados distintas instituciones y se abordaban problemáticas puntuales. La gestión anterior lo disolvió y desde entonces hasta la fecha nunca fue restablecido ni se volvió a conformar nuevamente. Es cierto que, aunque parezca un mero trámite, corresponde hacer la denuncia policial, pero en caso de que ello no ocurra, la Policía tiene la facultad para actuar de oficio e iniciar su propia investigación. El Centro de Monitoreo es foco de cuestionamientos permanentes, porque hoy por hoy, no se conoce cuál es el grado de efectividad que tiene para el esclarecimiento de los delitos, para que haya un registro fílmico en el momento en que los intrusos ingresan a una vivienda o al interior de un vehículo. Las marchas o manifestaciones que se viralizan por las redes sociales no siempre dan resultado. Porque en esos foros digitales, muchos se dejan llevar por una justificada indignación, pero la experiencia nos dice que la cantidad de gente que se moviliza dista de ser la que se expresa en Facebook o en WhatsApp. Tenemos el derecho de peticionar ante las autoridades, nos asiste ese derecho que está consagrado en la Constitución, y por lo tanto, que para este miércoles 15 de febrero a las 20 hs. los vecinos se han autoconvocado frente al Municipio, lo que indica el sentido común es que dicha convocatoria efectivamente debería ratificar, en términos de participación, el malestar y la sensación de indefensión que se hacen públicas en los comentarios que los lectores comparten. Porque si la concurrencia es escasa o poco representativa, el reclamo carece del impacto inicial con el que fue fogoneado entre los mismos que lo promovían.
Si todos nos quedamos en la comodidad, y no le damos entidad a esa protesta en ciernes que nació del hartazgo y la impotencia, flaco favor le estamos haciendo a quienes deberían estar presos desde hace ya largo tiempo, y que ni aun permaneciendo tras las rejas podrían reinsertarse socialmente cumplida su condena, porque el delito es la única forma que conocen (o eligen) para vivir. Estamos en una instancia crucial, y cualquier intento por subestimar ese diagnóstico contribuye a creer ingenuamente que a nosotros nunca nos va a pasar algo semejante, cuando en lo que va de este 2023 ha quedado demostrado que nadie está exento, por mucho o poco que tenga en su poder o que pueda ser codiciado por los malvivientes.
LOBOS 24