Lobos 24 Un nuevo concepto en información
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El psicoanalista lobense Daniel Vilano acaba de publicar su primera novela, titulada “Ladrones de agua”, luego de un arduo proceso de escritura que le demandó varios años hasta poder completar la obra. El título surge por la historia ficticia de un niño, apodado Butano, que sufre la humillación al criarse en la primera villa de la ciudad y no tener agua corriente. Su madre lo envía a recoger agua de la canilla más cercana, ubicada en una vereda pública, pero mientras se llena el balde siente la mirada inquisidora del dueño de la casa y por eso se siente como un ladrón de agua. A partir de ese hecho comienza el desarrollo de la trama.
El ejemplar, cabe mencionar, fue publicado por Luminosa Ediciones, el sello editorial de Romina Silva, y aún no tiene fecha de presentación, pero el autor enfatizó que desea realizar un evento informal, donde haya música u otras actividades incluidas. Es posible que se concrete en febrero, pero hasta tanto la obra se presente al público, estará disponible bajo la modalidad de preventa. La ilustración de tapa fue una creación de Ernesto Shinzato, otro de los afectos de Daniel que tiene un lugar dentro de los agradecimientos a medida que uno va recorriendo las páginas de su debut literario.
En una entrevista con LOBOS 24, el autor precisó: “Empecé a escribir por mi cuenta cosas sueltas, y me di cuenta de que había un pequeño hilo que las unía, pero no lograba ver hacia dónde era. En aquel momento se creó acá en Lobos un taller de novela que dictaba el Prof. Gasparini, de la SADE de Mercedes. La cuestión es que me sumé y fue una experiencia maravillosa, nos reuníamos con él a las 11 de la mañana, por decirte algo, y quizás nos íbamos a las 6 de la tarde. Era evidente que él disfrutaba mucho dando el taller y te hacía sentir muy cómodo, no era nada elitista. Este hombre sostenía que había que dejar de aplaudir a 8 o 9 escritores de todo el país, porque existían muchísimos más, Gasparini había leído o conocido a los grandes escritores y que había que quitarles un poco el bronce, quizás. Y para la segunda parte, conté con la colaboración de Celia Ríos, una escritora y correctora de Buenos Aires, que me ayudó muchísimo. Logré contactarme con ella por intermedio de Rosario Sofía, quien también es correctora, y me dijo que el mayor problema no era cómo ordenar la escritura, sino darle una estructura más sólida. Ese proceso de revisar y acomodar todo con Celia me llevó casi un año, porque te reitero, ya para la segunda parte yo estaba agotado y quería terminar la novela cuanto antes”.
“El libro es, por supuesto, una ficción que está situada en Lobos, y todo lo que va pasando transcurre aquí. Mi experiencia profesional no está reflejada aquí en ningún caso concreto, pero sí es cierto que la novela está dedicada a dos chicas de 16 años que murieron en la marginalidad. Si yo relatara lo que he escuchado en las sesiones o consultas, sería indigerible, porque es muy fuerte, inclusive lo ha sido para mí. No lo consideré necesario tampoco, pero muchas veces te lleva a reflexionar sobre lo que es clandestino, o lo era, como el aborto. Con todo el proceso de darle forma, se logró darle una vuelta de tuerca que vuelve a la novela mucho más humana, ese cambio de enfoque se realizó respetando la idea original, y la verdad es que a todos los que hicieron las intervenciones en los escritos debo agradecerles por el respeto que tuvieron, esto de mostrar lo que uno escribe es complejo, y podría haber continuado puliendo o corrigiendo eternamente, pero uno lo da por concluido a ese proceso por cansancio, diría yo”, agregó Vilano. Cabe aclarar a pedido del autor que, por el contenido que va desarrollando y narrando, se trata de una novela destinada a un público adulto, mayor de 18 años.
“La novela trata sobre ese submundo, y se abordan situaciones de consumo (de drogas), porque es parte de la esencia de lo que estoy relatando, es algo cotidiano dentro de lo que yo planteo. Encierra muchas contradicciones entre los mismos personajes, que hacen una cosa y dicen otra. Si tiene sentido trabajar o no. O si vale la pena trabajar porque es una forma decente de vivir, aunque no quieran ganar ese dinero, y es algo que he escuchado más de una vez. Yo diría que la realidad supera todo lo que te puedas imaginar, aun dentro de una ficción. Aparecen también algunos lugares comunes, pero es para darle sustento a la trama, de lo que se dice como una verdad absoluta y en muchos casos es irrelevante”, puntualizó.
“Los desclasados, como los llamo yo, son aquellas personas que no podrían entrar en ninguna clase social, que viven en la calle, y esa situación genera ese desprecio por parte del resto, que es lo que te comentaba antes. Están en contacto permanente con el peligro, son chicos de 10 años y conviven con gente de 40 en un montón de situaciones. ¿Forman parte de la sociedad? No lo sé, quizás sí, pero esa misma sociedad se muestra totalmente indiferente. La infancia no es vivida como la conocemos, y esos chicos se convierten en adultos sin quererlo, con otros códigos. Y si hablamos de desclasados, no se produce sólo por el dinero, sino por la supervivencia del más apto y si encajás está bien, si no, te caés. Y ellos van en caída libre todo el tiempo aunque no lo deseen; otros que se rigen bajo esa regla de supervivencia, han decidido que ellos no pueden pertenecer como sí lo hace la mayoría, o lo que suponemos que es la mayoría. La ruina está reflejada en el libro de varias maneras, una de ellas es la droga, que aparece de forma intencional en muchas escenas. El libro está escrito en un lenguaje sencillo y directo, tal como son los hechos en la vida real. Lo mismo cabe para la sexualidad, no hay eufemismos”.
Con respecto a los personajes y a la caracterización de ellos, sostuvo: “En el común de los casos, al lector le generan un encontronazo porque no son queribles en primera instancia; es el mismo rechazo que provocan en la sociedad y que hace que no sean visibles, por eso viven en la marginalidad. Vale decir que no son ejemplos en ningún sentido, pero intenté despojarme del imaginario y de ver cómo son las cosas realmente (…) Muchas veces el hecho de nacer en un lugar te limita, porque va a determinar que mucho no podés hacer, algo que en Lobos todavía no creo que suceda. Por eso el texto está ambientado acá pero tomando como disparador lo que se suele llamar “conurbanización”. Vi eso alguna vez en un diario, fue una frase que dijo un político de Lobos y me dejó pensando bastante, no entendía bien qué quería decir esa palabra, porque la gente del Conurbano es parecida a nosotros, y cuando se habla de ellos por lo general se lo hace en una cuestión relacionada con la seguridad. Parece ser que el problema, es que siempre se aborda desde un lugar despectivo. La preocupación está en que Lobos u otros pueblos se asemejen al GBA en algún aspecto. La causa sería que está estigmatizado como malo, feo, ruin. Por ese motivo, volviendo a lo que te mencionaba, una de las preguntas que me iba haciendo mientras escribía, era qué pasaría si todo lo que le atribuimos al Conurbano se trasladara a Lobos. Las villas, la miseria, todo. ¿Y la droga dónde está entonces? La novela habla de esa creencia de que el Conurbano es un combo de drogas más inseguridad, es un estereotipo”.
“Cuando yo había terminado la primera parte, y me pregunté si realmente dejaba el texto ahí, o continuaba escribiendo. Lo que te puedo decir que es suprimí alrededor de 200 páginas, quizás en un futuro sean funcionales a otra obra, pero quedaron afuera. Bueno, el tema de la segunda parte surge cuando empecé a ahondar más en un personaje y eso me permitía darle continuidad a lo anterior. Los personajes irrumpen en la novela, no es que se los describe o se los presenta, eso viene después. Es algo que busqué deliberadamente. Y ahora, lo que espero es que la presentación sea algo distendido, que pueda convocar a músicos o artistas para hacerla más amena, cuando tengamos la fecha la daré a difusión”, concluyó el entrevistado.
