Este jueves 2 de junio, Lobos cumple 220 años de su fundación, lo cual no es poco. El escenario que se nos presenta es complejo, por varios motivos. En primer lugar, hay una nueva variante de COVID que, pese a ser más leve que las anteriores (lo que se conoce como la “Cuarta Ola”), nos llena de incertidumbre y dudas, como es de público conocimiento. Pero, por otra parte, consideramos que hace falta gestionar de un modo más eficiente ante los estamentos provinciales o nacionales. La prueba está en que se pudo llegar a buenos resultados con la reciente visita del Ministro Sergio Berni para un área clave como es Seguridad. Precisamente por esa razón, no podemos dejar pasar la oportunidad, y que los altos funcionarios pasen de largo por Lobos, dejándonos con las manos vacías. Es necesario dejar de lado mezquindades políticas, si es que las hay. En 2021, se anunció que nuestro distrito recibiría $ 22 millones de la Gobernación en concepto de obra pública. Hay que tener la honestidad intelectual suficiente para afirmar que esa suma (teniendo en cuenta las necesidades existentes), nos deja con sabor a poco.
Aceptemos la posibilidad de que el deterioro de nuestra calidad de vida se deba a esa incapacidad crónica para aceptar que no siempre todo tiempo pasado fue mejor. Sería injusto decir que no se ha logrado nada: Hemos progresado en muchos aspectos y contamos con el mayor capital, que es el recurso humano, y el fomento del turismo y a la producción local. Tenemos gente con mucha capacidad y formación técnica, ocupen cargos públicos o no. Por lo tanto, hay que generar puestos de trabajo genuino, e incentivar la radicación de industrias, dado que continuar hablando de un hipotético parque industrial parece una utopía.
Si fuimos alguna vez una comunidad próspera y pujante, no hay motivos para suponer que no podamos volver a recuperar esa condición. Como mencionamos antes, tenemos vecinos que debieron reinventarse y empezar desde cero, y que se la jugaron por un emprendimiento propio en el momento más difícil, allá por 2020. Ahora, ellos son sus propios jefes, le pagan al Fisco y no dependen de nadie más excepto de sus clientes.
Deberíamos replantearnos, ante todo, qué perfil de ciudad pretendemos para Lobos. No somos una “ciudad-country”, al estilo de Pilar, donde son residentes de barrios privados ven desdibujado su sentido de pertenencia hacia un lugar que los identifique. Párrafo aparte, vale recordar que en 2019 se anunció con bombos y platillos la inversión que iba a hacer la cadena de hoteles Howard & Johnson. Hasta el momento, que nosotros sepamos, no se ha avanzado en absoluto, y ese predio está sumido en el abandono.
Los cambios que se van dando en la sociedad moderna se producen cada vez con más velocidad de las grandes metrópolis a los pequeños centros urbanos. La brecha que existía entre las grandes ciudades del país y los asentamientos urbanos periféricos se ha reducido considerablemente. En consecuencia, para decirlo de un modo llano, estamos más expuestos a los vicios y virtudes que los medios masivos de comunicación difunden a diario. No es casualidad que se hayan cometido en Lobos crímenes aberrantes (algunos esclarecidos, otros no), que hasta no hace mucho tiempo eran impensados. Ojalá nuestro pueblo vuelva a ser noticia en los medios nacionales por hechos positivos y que nos hagan sentir orgullosos, pero no por delitos horrendos que nos conmocionan todavía porque nos consideramos una ciudad tranquila, en la cual nacimos, crecimos y vivimos hasta el día de hoy.
En la actualidad, viajar a Capital (o CABA) es bastante costoso, por los aumentos constantes de los combustibles y la destrucción del ferrocarril como medio de transporte. Durante varios meses el servicio del Ramal Merlo-Lobos estuvo fuera de servicio y todos sentimos tristeza al ver los andenes vacíos. Hoy apenas nos conformamos con eso, con festejar de que haya sido restablecido, ya que una vez en Merlo se puede realizar el trasbordo hacia Once. Quien no deba realizar un trámite administrativo o una consulta médica de urgencia debe prescindir de viajar a Buenos Aires aunque ello le impida acceder a las opciones de confort, consumo y esparcimiento que son propios de la Capital (en circunstancias normales, no en medio de la pandemia que no ha cesado pero que no está trayendo secuelas tan severas).
No es momento para dar pasos en falso, ni para alentar discusiones estériles que no van a ningún lado y nos impiden crecer, porque no suman al mejoramiento de la comunidad. Seguramente el lector estará cansado de escuchar a profesionales, y pensadores de diversas vertientes –no sólo en Lobos- aludir reiteradamente a “la crisis de valores”, o bien a que “se ha trastocado la escala de valores”. Esto ocurre porque nos vemos sobrepasados por la realidad. En 2020 vimos que se usurpaban terrenos, nunca pensamos que algo semejante fuera a suceder en Lobos alguna vez, y sin embargo pasó. Lo mismo pasó con las irregularidades en el Consejo Escolar que fueron detectadas en los bolsones alimentarios (SAE), que recibían los chicos cuando no podían concurrir a los comedores escolares.
Este no es un año electoral, pese a que es evidente que varios dirigentes ya “picaron en punta” y comenzaron a hacer campaña de un modo muy poco sutil. Por lo tanto, deberíamos replantearnos de qué manera queremos estar representados al momento de la toma de decisiones que nos involucran a todos. La democracia funciona así, es representativa, es el mejor sistema conocido y el que tanto nos costó recuperar desde 1983 a esta parte.
Con una inflación creciente, es posible que nos aguarden tiempos más difíciles aún, aunque (por supuesto) ya no es un flagelo privativo de nuestro Lobos. Sin embargo, no caben dudas de que necesitaremos de personas capaces, a quienes no les tiemble el pulso para votar una ordenanza o un proyecto según sus propias convicciones y no por la pertenencia política. Por citar un caso, nuestros legisladores deben llegar a un acuerdo con todos los sectores para la demorada ordenanza de Medio Ambiente, un tema que inclusive fue replicado por los medios nacionales y que aún hoy es objeto de controversia. Hay que sancionar una norma que regule el uso de agrotóxicos, y en la cual, como dijimos antes, todos los sectores productivos y los vecinos afectados se sientan escuchados al momento de la sanción.
Debemos tener la humildad de no creernos imprescindibles o que somos los mejores en todo, porque si hablamos de los que quizás quieran seguir siendo reelectos por tiempo indeterminado, deberían saber que nada es eterno, ni siquiera el poder político. Hay que consultar a los que saben y no a improvisados. Lobos seguirá existiendo, con o sin nosotros. Tratemos de desempeñarnos en nuestros quehaceres de la mejor manera posible, sin estridencias ni actitudes de egocentrismo.
La búsqueda por la verdad no debe detenerse nunca y es una tarea que debe asumir como propia cada uno de nosotros. Quien cree que el periodismo es el único ámbito en el cual debe revelarse la verdad está desconociendo el valor de las instituciones democráticas.
Pero también hay un Lobos pujante, creativo y solidario. Con jóvenes que cuentan la vocación y el entusiasmo para ganarse un lugar en la sociedad con toda justicia: Dibujan, pintan, diseñan, construyen, escriben. En tiempos recientes, la ciudad cuenta con un florecimiento de las actividades culturales, en sus diversas manifestaciones, que contribuyen a elevar el espíritu por sobre lo fugaz e intrascendente. La lectura y consulta de material bibliográfico en general, sea cual fuere la naturaleza de éste, es una de las actividades más gratificantes que puedan existir, pese a que es un hábito que cada persona lleva a cabo en soledad. Tenemos una ciudad con dos museos excelentes, que albergan buena parte del patrimonio cultural lobense, ¿Qué más podemos pedir?
El ritmo frenético del devenir cotidiano, que nos aturde y nos impide reflexionar, porque todos estamos inmersos en una vorágine que no cesa en, contribuye a que no podamos dimensionar lo mucho que tenemos. Como las salas de teatro, o las bibliotecas públicas, que además ofrecen talleres o cursos dictados por terceros con un arancel muy accesible.
Siempre que hemos atravesado una crisis, de ella surge lo mejor de los lobenses, que es la solidaridad, desde los comedores y los merenderos, para dar una mano a todos aquellos vecinos que se ver imposibilitados de trabajar o que no les alcanza el dinero que perciben. Por otra parte, los Bomberos Voluntarios celebran hoy su día manteniendo su inquebrantable vocación de servicio para asistir a quien lo necesite ante un siniestro.
Por todo esto, por lo que somos capaces de hacer, por el potencial de nuestra gente, por el empeño de los que no bajan los brazos y deciden seguir luchando, es que casi 40.000 personas hoy han elegido tomar a Lobos como lugar de residencia. Vemos que hay bastante actividad en el rubro de la construcción, y ello es positivo. En la zona céntrica, se demuelen aquellas antiguas casonas que supimos conocer y se construyen locales comerciales o departamentos. Y en la mayoría de los casos, se ha procurado respetar el estilo arquitectónico original. Por ese motivo es imperioso que se modifique la Ordenanza de Zonificación que aún sigue vigente, y que se cuide el patrimonio. También, cada vez se hacen más loteos, y en consecuencia, se forman nuevos barrios, como fue el caso de Celeste y Blanco en el año 2009, Los Prados, y tantos otros que se van expandiendo sobre todo en la periferia de Empalme. Pero no vamos a ser tan necios como para reconocer que hay gente llega con sus finanzas muy ajustada para pagar un alquiler, y ven postergado el sueño de la casa propia. Sigamos recorriendo este camino juntos, vecino a vecino, para que Lobos crezca en todos los sentidos pero nunca pierda su esencia pueblerina.
LOBOS 24