Lobos 24 Un nuevo concepto en información
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En la tarde de hoy (16 de agosto), tuvo lugar la Misa y posterior Procesión en honor a San Roque, en el predio de la capilla de la calle Las Heras al 500, a media cuadra de la Plaza Tucumán. Decenas de fieles concurrieron a participar con gran fervor para rendir culto al “Patrono de los enfermos”. La Procesión se realizó con una camioneta que recorrió las calles adyacentes con la imagen del Santo, pero sin público. Y la Misa se llevó a cabo al aire libre, para lo cual se colocaron sillas en la calle, y se tomar las precauciones ya conocidos propias de la situación sanitaria actual.
El Cura Párroco, Jorge Rodríguez, presidió el oficio religioso, y tras la lectura del Evangelio según San Mateo, manifestó en su Homilía: “Esta comunidad tiene a San Roque como protector, como Patrono, que intercede ante nuestras necesidades con su providencia. Y en este tiempo, le pedimos que los libre de pestes como el COVID, porque este Santo además nació en el siglo XIV y le tocó atravesar otra pandemia en Europa. Comienza a peregrinar en Francia, era una persona noble y de dinero que dejó todo por los más pobres. En aquella época, peregrinar era un modo de vida, como quienes lo hacían en Santiago de Compostela. Y nosotros también lo hacemos, porque se trata de ponerse en camino hacia algo. La gente busca a Dios y va caminando a su encuentro, con todas las dificultades y el cansancio de peregrinar. San Roque se propuso llegar a Roma, y al llegar al Florencia se encuentra con la peste que mencionaba antes».
Prosiguió su mensaje el Párroco, afirmando que: «El Evangelio nos relata que Jesús, a un muchacho que lo seguía y admiraba, le dice que ha cumplido con los Mandamientos. Pero cuando Jesús le pide que venda todas sus posesiones y se las entregue a los pobres, no fue capaz de hacerlo. Dejó hasta su identidad, porque murió a las puertas de su Castillo y por lo enfermo que estaba, no lo reconocieron. Pero lo más importante, es que cumplió el mandato de vivir en la caridad y en el amor. Debemos reconocer que no somos santos, y que cumplimos con los Mandamientos hasta ahí nomás. Pero Dios nos exige un desprendimiento, ir un poco más allá, y asistir a nuestros hermanos ante las necesidades que tengan”
