En una entrevista con LOBOS 24 y LTVN, el disc jockey lobense Osvaldo Barrere (53), uno de los pioneros en su rubro, nos relató su experiencia : “Estuve en los boliches más representativos e icónicos de Lobos”, dice Osvaldo con legítimo orgullo. Y agrega: “El 9 de agosto de 1985 empecé a trabajar como DJ, arranqué casi por casualidad en Kabak, y te digo por qué. En aquel momento los propietarios eran los hermanos Arijó, que también eran dueños de Calahorra, en la Avenida Alem. Como te comentaba, ellos habían alquilado Kabak y a mí por mis amistades más grandes, me convocaron para trabajar. El día de la inauguración yo estaba en la puerta vaivén. Estaba el portero que recibía la entrada, y yo era una especie de recepcionista. Eso fue el viernes 8 de agosto. Al día siguiente se me dio la oportunidad. El disc jockey era Claudio Holze, y a eso de las 2 de la mañana dejó un disco puesto y se fue, no sé por qué. No había mucha gente, serían 30 personas».
Prosiguió relatando, que: «Competíamos con La Porteña, que había inaugurado en abril del mismo año. Bueno, la cuestión es que teníamos que salvar la noche, entonces subimos a la cabina Marcelo Sabia, Toto Keimel y yo. Empezamos a tirar discos, te imaginás que algo había que hacer porque es imposible que en un boliche que no haya música. A la semana nos reunimos, y les dije a los Arijó que yo me animaba a seguir. Ya desde antes, cuando había alguna reunión con mis amigos, yo llevaba cassettes, siempre me gustó. Me dijeron que sí, y así empecé. Había que remarla, al principio, como te dije antes, me tocaban noches de 30 o 50 personas, pero fue todo un aprendizaje”.
“Siempre tuve en claro que el DJ no debe pasar la música que le gusta a él, sino que debe saber captar el gusto popular, lo que se “suena” en ese momento. Ahora casi no quedan DJ profesionales, sino los que se conocen como “pasamúsicas”. Nosotros teníamos que estar atentos a lo que llamabo el beat, o los «golpes», para enganchar los temas con una doble bandeja. En los ’80, nos enterábamos de que salía el último disco de Rod Stewart, Phil Collins, Soda Stereo, o lo que sea, y eso era lo que la gente quería escuchar en una discoteca, lo nuevo. Al principio nos manejábamos con los propios vinilos que había en el boliche, pero después empezamos a comprar nosotros, en una disquería muy conocida de Morón. Entonces nos decían: “esto es lo que entró nuevo”. Y con los auriculares, mientras los íbamos escuchando, tratábamos de buscar el tema que más pegara, lo que se conoce en radio como corte de difusión. Tampoco en esta época había demasiadas radios FM: Estaba Aspen, Rock & Pop, Horizonte, y no muchas más. La música que comprábamos la teníamos que elegir en función del gusto de la gente. Hoy, los chicos que están empezando ya saben que un grupo o un artista sacó un tema a las 3 de la tarde, por decirte algo, lo bajan a la computadora y ya lo tienen (…) Pero te sigo contando: En 1989, me pasé para La Porteña, estábamos con Fede Cattoni y José Villalba, y alrededor de 1991, apareció el primer CD: teníamos uno solo (del grupo inglés Londonbeat), y un discman, que en aquel momento era lo último, ¡Nos peleábamos para usarlo! Estuve hasta el ’92, hice radio en la antigua FM Cuenca del Salado, y conocí muchos amigos. Y como posteriormente hubo un cambio de dueños en La Porteña, volví en 1993, pero no estuve mucho tiempo. Después siguió Tío Coco y retomé Kabak en el ’95, siendo yo el dueño. Más adelante abrí un boliche que se llamaba E-mail y que estaba en la calle Cardoner, donde ahora hay un templo religioso. Finalmente, en la última etapa estuve en Nivel 1, casi hasta que cerró”.
“Lo que se dio en Argentina, es que siempre prevaleció un gusto por la bandas europeas. Claro que tenías a Michael Jackson, Madonna, o algún otro. Pero se escuchaba mucho más Pet Shop Boys, Rick Astley, Roxette… sin embargo, en La Porteña fuimos pasando un poco de todo: Italo disco, algún tema en protugués de Rita Lee, o en italiano que pegaba muy bien… eso fue algo que hizo con muy buen resultado el primer disc jockey de Tío Coco, el “Tano” Ferro. Pero mi carrera ya arranca con el pop. Después, estaba lo que se llamaba “el aguante”, que era música no tan bailable que se pasaba cuando se abría el local e íbamos esperando que los clientes cayeran al boliche. Y si vos ibas a un local del Conurbano, te dabas cuenta de que el estilo era otro. Lo que había en Lobos era una composición de temas que íbamos poniendo en los discos, y que a veces no eran hits, fueron haciéndose hits a medida que la gente que venía los iba conociendo. Y mucho después, recién en 1990, empezó a sonar en los boliches la música tropical que antes era considerada “grasa”, cuando apareció Ricky Maravilla”.
Precisó, además, que “con el tiempo se me fue dando la oportunidad de musicalizar eventos sociales, fue así que nació “Mix Producciones”, y la verdad es que fue un gran despegue desde lo profesional. Pasé música en Cañuelas durante 5 años en un bar donde también había baile y llegábamos a meter 1.000 personas, algo parecido a lo que fue “El Club Café” acá en Lobos pero en mayor escala. Te confieso algo, en los primeros cuatro años que fui DJ de Kabak, no cobré nunca, éramos jóvenes y lo hacíamos porque nos gustaba. Cuando entré a La Porteña, hicimos una suerte de contrato y así pude empezar a ganar plata. Todos los martes nos reuníamos para charlar y corregir algunas cosas que quizás no habían salido bien en el fin de semana anterior. Hubo veces que nos pagaban con vales de nafta, pero yo no tenía otra que venderlos, porque no tenía auto”.
Para finalizar, le preguntamos por la eterna polémica: ¿Qué suena mejor, un vinilo o un CD?. Barrere respondió rápidamente: “Para un boliche, el vinilo, porque tiene más “golpe”, más graves. Pero si querés escuchar en tu casa, pienso que el CD tiene más fidelidad y menos graves. Son dos cosas distintas”.