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2 DE JUNIO-SALUDAMOS A TODOS LOS LOBENSES Y A NUESTROS BOMBEROS VOLUNTARIOS: ALGUNAS SEMBLANZAS DE UN NUEVO ANIVERSARIO DE NUESTRO PUEBLO

Este 2 de junio, Lobos cumple 219 años de su fundación. El escenario que se nos presenta es complejo, por varios motivos. En primer lugar, hay una crisis sanitaria que nos excede y que es de público conocimiento. Pero por otra parte, vemos que hace falta gestionar más antes los estamentos provinciales o nacionales. No hace mucho tiempo recibimos la visita de dos Ministros de la Nación: Daniel Arroyo (Desarrollo Social); y Gabriel Katopodis (Obras Públicas). No podemos dejar pasar el tren, y que estos altos funcionarios se vayan de regreso a sus despachos dejándonos con las manos vacías. Es necesario dejar de lado mezquindades políticas, si es que las hay. Recientemente, se anunció que nuestro distrito recibirá $ 22 millones de la Gobernación en concepto de obra pública. Hay que tener la honestidad intelectual suficiente para afirmar que nos deja con sabor a poco.

Deberíamos contemplar la posibilidad de que el deterioro de nuestra calidad de vida se deba a esa incapacidad crónica para aceptar que no todo tiempo pasado fue mejor. Sería injusto decir que no se ha logrado nada: Hemos progresado en muchos aspectos y contamos con el mayor capital, que es el recurso humano. Por lo tanto, hay que generar puestos de trabajo genuino, e incentivar la radicación de industrias, dado que un parque industrial parece una utopía inviable.

Si fuimos alguna vez una comunidad próspera y pujante, no hay motivos para suponer que no podamos volver a serlo. Como mencionamos antes, tenemos vecinos que debieron reinventarse y empezar desde cero, y se la jugaron por un emprendimiento propio. Ahora, ellos son sus propios jefes, le pagan al Fisco y no dependen de nadie más excepto de sus clientes.

Deberíamos plantearnos, ante todo, qué perfil de ciudad pretendemos para Lobos. A menudo se confunde fomentar el turismo, con la velada intención de concebir una “ciudad-country”, al estilo de Pilar, donde quienes han nacido y crecido allí ven desdibujado su estilo de vida ante el avance de los barrios privados que se expanden rápidamente. Se anunció con bombos y platillos la inversión que iba a hacer la cadena de hoteles Howard & Johnson, eso fue en 2019. Hasta el momento, que nosotros sepamos, no se ha avanzado en absoluto.

Los cambios que se van dando en la sociedad moderna se producen cada vez con más velocidad de las grandes metrópolis a los pequeños centros urbanos. La brecha que existía entre las grandes ciudades del país y los asentamientos urbanos periféricos se ha reducido considerablemente. En consecuencia, éstos últimos resultan más permeables a los vicios y virtudes que los medios masivos de comunicación difunden a diario.

En la actualidad, viajar a Capital (o CABA) es bastante costoso, por el precio de los combustibles y la destrucción  que se perpetró durante años del ferrocarril como medio de transporte. Quien no deba realizar un trámite administrativo o una consulta médica de urgencia debe prescindir de viajar a Buenos Aires aunque ello le impida acceder a las opciones de confort, consumo y esparcimiento de “la reina del Plata” ofrece (en circunstancias normales, no en medio de la pandemia de COVID).

No es momento para cobardes o improvisados, ni mucho menos para alentar discusiones estériles que no van a ningún lado, suspicacias que nos limitan como cuerpo social y nos impiden crecer. Seguramente el lector estará cansado de escuchar a profesionales, y pensadores de diversas vertientes –no sólo en Lobos- aludir reiteradamente a “la crisis de valores”, o bien a que “se ha trastocado la escala de valores”. Esto ocurre porque nos vemos sobrepasados por la realidad. Cuando vimos el año pasado que usurpaban terrenos, no creíamos que algo semejante fuera a suceder en Lobos, y sin embargo pasó.

La sociedad actual está en constante cambio, dijimos. Somos testigos de un proceso en el cual las redes sociales cobran una preponderancia que nunca antes imaginamos, y que a veces conducen a que se difundan noticias falsas por compartir un determinado contenido sin comprobar su veracidad, entre otras cosas. Como se dice en la jerga, se «viraliza» algo que no es real, ya sea una foto o un texto que fue sacado de cualquier lado y que se replica miles de veces.

Este es un año electoral, y por lo tanto deberíamos plantearnos de qué manera queremos estar representados al momento de la toma de decisiones que nos involucran a todos. La democracia funciona así, es representativa, es el mejor sistema conocido y el que tanto nos costó recuperar desde 1983 a esta parte.

Nos aguardan tiempos más difíciles aún, en los que necesitaremos de personas capaces, a quienes no les tiemble el pulso para votar una ordenanza o un proyecto según sus propias convicciones y no por la pertenencia política.

Uno de los mayores aportes a la racionalidad que podemos hacer es no creernos imprescindibles o que somos los mejores en todo. Lobos seguirá existiendo, con o sin nosotros. Tratemos de desempeñarnos en nuestros quehaceres de la mejor manera posible, sin estridencias ni actitudes de egocentrismo.

La búsqueda por la verdad no debe detenerse nunca y es una tarea que debe asumir como propia cada uno de nosotros. Quien cree que el periodismo es el único ámbito en el cual debe revelarse la verdad está desconociendo el valor de las instituciones democráticas.

Pero también hay un Lobos pujante, creativo y solidario. Con jóvenes que dibujan, pintan, diseñan, construyen, escriben. En tiempos recientes, la ciudad cuenta con un florecimiento de las actividades culturales, en sus diversas manifestaciones, que contribuyen a elevar el espíritu por sobre lo fugaz e intrascendente. La lectura y consulta de material bibliográfico en general, sea cual fuere la naturaleza de éste, es una de las actividades más gratificantes que puedan existir, por cuanto permite al lector tomar contacto con otras realidades. Tenemos una ciudad con dos museos excelentes, que albergan buena parte del patrimonio cultural lobense, ¿Qué más podemos pedir?

El devenir cotidiano nos aturde y nos impide reflexionar, porque todos estamos inmersos en un ritmo frenético viviendo el día a día. Ello contribuye a que no podamos ver y apreciar lo mucho que tenemos. Como una sala de cine que fue restaurada a nuevo y luce maravillosa. Un espacio verde que no todos los municipios poseen, a sólo 7 cuadras del Centro. Un centro universitario que cuenta con una sede propia donde se puede cursar el Ciclo Básico de la UBA. Un Hospital que le está haciendo frente a una demanda inusitada de pacientes, con personal de salud que da todo lo posible por salvar vidas. Al igual que nuestros Bomberos, que también celebran hoy su día, asistiendo a quien lo necesite en un siniestro. Eso se llama vocación de servicio.

En este contexto excepcional de una pandemia, surge lo mejor de los lobenses, que es la solidaridad, desde los comedores y los merenderos, para dar una mano a todos aquellos vecinos que se ven imposibilitados de trabajar o que no les alcanza el dinero que perciben. Muchos han explotado la veta de realizar huertas comunitarias para comer lo que ellos mismos cosechan, sin pesticidas ni intermediarios. 

Por todo esto, por lo que somos capaces de hacer, por el potencial de nuestra gente, por el empeño de los que no bajan los brazos y deciden seguir luchando, es que casi 48.000 personas hoy han elegido tomar a Lobos como lugar de residencia. Vemos que hay bastante actividad en el rubro de la construcción, y ello es positivo. En la zona céntrica, se demuelen aquellas antiguas casonas que supimos conocer y se construyen locales comerciales. Y en la mayoría de los casos, se ha procurado respetar el estilo arquitectónico original. También, cada vez se hacen más loteos, y en consecuencia, se forman nuevos barrios, como Las Palmas, o Villa Margarita, en las afueras de Empalme, por citar dos ejemplos al azar. Sigamos recorriendo este camino juntos, vecino a vecino, para que Lobos crezca en todos los sentidos pero nunca pierda su esencia pueblerina.

LOBOS 24

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