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Celebración del Miércoles de Ceniza en el Templo Parroquial, ante una multitud de fieles

En el día de ayer (26/2), tuvo lugar en el Templo Parroquial la celebración del Miércoles de Ceniza durante la Misa presidida por el Padre Roberto Claudio Mosca. El Miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma en los calendarios litúrgicos católico, protestante, y anglicano. Se celebra cuarenta días antes del inicio de Semana Santa, es decir, del Domingo de Ramos. La ceniza es elaborada o extraída de los Ramos Benditos de la Semana Santa anterior, es decir, los del Domingo de Ramos. Estos se incineran y de ahí sale la Santa Ceniza.

En el culto católico la imposición de la ceniza es realizada por el sacerdote sobre los fieles. El sacerdote suele hacer una cruz con la ceniza en la frente de los fieles o dejar caer un poco de ceniza en su cabeza. En el caso de los clérigos se puede aplicar en la tonsura. Mientras lo hace puede emplear una de las siguientes frases extraídas de las Escrituras:

  1. Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida (Gén. 3:19)
  2. Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás (Gn. 3,19)
  3. Arrepiéntete y cree en el Evangelio (Mc. 1,14-15).

Tras la lectura del Evangelio según San Mateo, el Padre Claudio expresó en su Homilía: “Iniciamos con esta Eucaristía este tiempo de gracia y misericordia de Dios que es la Cuaresma. Estas cenizas que serán colocadas en nuestra cabeza, son un gesto y un signo penitencial de arrepentimiento, de reconocer qué somos y quiénes somos. Las cenizas nos recuerdan que somos peregrinos, caminantes, estamos de paso, nada es certero sino el camino y la meta. El signo nos ayuda a reconocer nuestra finitud, nuestra debilidad, nuestra pequeñez y la grandeza de Dios. Y en este camino hay como una luz que nos ilumina para que nuestro andar sea seguro, esa luz nos viene de la Pascua, que es fuente de alegría para los discípulos de Jesús. No es un camino de tristeza, sino que estamos llamados a ser sí penitentes, pero marcados por la esperanza y por la Pascua del Señor que le da sentido a este tramo. Quiero invitarlos a ponernos en una actitud de escucha, escuchar no solamente lo que nos viene de primera mano, sino ponernos en una actitud de escucha serena, atenta. Lo que se nos propone en este tiempo es silenciarnos, un silencio que nos permita escuchar lo que viene de primera mano y lo que está en el fondo. Todos los viernes de Cuaresma nos pondremos a la escucha de la Palabra de Dios, a rezar con la Palabra, para entrar en esta sintonía”.

“Y necesitamos ponernos a la escucha de los gritos de nuestros tiempos, la sociedad, el mundo, nuestros vecinos de este tiempo, tienen una palabra para decirnos.  Si estamos aturdidos de los ruidos, no tenemos atención para escuchar lo que los otros nos quieren decir. Tenemos que escuchar lo que tiene para decirnos el esposo, la esposa, escuchar a mi hijo, a mi viejo, a mi vieja, abstenernos un poquito del celular y de la tele, mirarnos a los ojos, redescubrirnos, reconocernos, entendernos. Qué abstinencia de carne, si hoy está re cara y no la compramos, abstengámonos de los celulares, de los egoísmos y los encierros. Otro gesto que se nos pide es contemplar, no pasemos de largo, no miremos para otro lado ante el hermano que sufre”, exhortó el sacerdote.

 

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