Dedicó más de 40 años a la docencia. Su nombre es símbolo de la Educación Física en Lobos. Pasaron por sus clases más de tres generaciones, y se sorprende cada vez que camina por la calle y sus ex alumnos lo saludan y lo siguen recordando. Ese es Daniel Gerez, quien en una entrevista con LOBOS 24 nos contó su historia de vida.
Gerez y su familia no crecieron en nuestra ciudad, pero eligieron Lobos para afincarse aquí: “Yo vivía en el Gran Buenos Aires, en Claypole. Mi mamá era de Lobos y mi papá de Ranchos. Nosotros veníamos siempre a Lobos los fines de semana, y por problemas de inseguridad decidimos radicarnos acá. Yo en ese entonces tenía 12 años y no me quería venir. Nos mudamos, comencé a estudiar en el Colegio Comercial donde hice toda la Secundaria, y ahí en cuarto año llegó una especie de panfleto sobre la carrera de Educación Física, que a mí siempre me gustó. A nosotros nos daba clases Ruben Sobrero, el padre de Tacho. Cuando terminé quinto año, Rubén se jubiló. Fue así como me jugué por estudiar Educación Física en Las Heras, que al final terminó siendo mi vocación”, nos comentó Daniel.
Confesó que: “Me costó un poco adaptarme a Lobos, a la tranquilidad que había, en Buenos Aires hay sonido de colectivos y ambulancias todo el tiempo. Y mientras mi viejo terminaba de construir la casa, habíamos alquilado una vivienda en Empalme, frente a la Plaza Martín Fierro. Me llamó la atención que cuando tenía que tomar el colectivo para ir al colegio, parara solo, no había que hacerle señas al chofer ni nada. Y sigue siendo así. Durante un año estuve viajando, de lunes a viernes iba a Lobos y los fines de semana me iba en tren hasta Temperley a visitar a mis amigos, sentía que no encajaba, pero después empecé a hacer amistades acá, conocí mucha gente, comencé a salir acá. Tal es así que si vos hoy me decís de ir de Cañuelas para allá, no quiero saber nada con eso”.
Hace memoria, y recuerda como si fuera hoy: “La primera escuela donde di clases estaba en Roque Pérez, me llevé una muy buena experiencia, al punto tal que estuve 10 años, desde 1982 hasta 1992. Hacía dedo al principio, y cuando tuve la posibilidad de hacerlo iba en auto. También tuve la satisfacción de dictar clases en la Escuela Parroquial al año siguiente de que se fundó, en el patio que tenía, muy amplio. Cuando llegaron los hermanos maristas, se compró el terreno donde luego se construyó el playón, en la calle Chacabuco. El Hermano Faustino Ampudia me ofreció las primeras horas que tuve en la secundaria”.
Ante una pregunta concreta que le hicimos, Gerez puntualizó que: “Hubo momentos en que a un chico o a una nena que tenía dificultades para el deporte le hacían bullying, pero en aquella época yo paraba la clase y buscaba llegar a un acuerdo con el resto del grupo para que esa situación o esas cargadas no continuaran, porque los chicos preferían seguir practicando fútbol antes que tomar esa actitud con otro compañero. Hay que saber reaccionar ante eso, lo viví sobre todo en la última parte de mi carrera donde los alumnos creían que ellos podían hacer lo que querían sin que haya límites, y por ese motivo chocábamos, pensá que eran 30 chicos y si uno se quería hacer el gracioso no podíamos dejar que eso afectara a un alumno. Yo noté ese cambio en los últimos años, como también que los padres se quejaban ante los profesores por situaciones que nos excedían totalmente, porque antes imperaba un respeto que se fue perdiendo. No estamos preparados para ser víctimas de violencia o de agresiones verbales”.
Bebe un sorbo de café y retoma su relato: “Como te decía, durante años viajé en tren para cursar la carrera en Las Heras, me recibí en marzo de 1982. La última materia que di fue natación, en esta época no había pileta cubierta. Me anoté en el registro de los docentes con título en trámite. Y el 2 de agosto de este año comencé a trabajar en Roque Pérez, lo hice con mucha comodidad, guardo los mejores recuerdos. Cuando empecé a tomar horas en Lobos y tuve el título en mano, dejé de ir a esa escuela porque no me daban los horarios y además acá en moto o en bici llegaba más rápido. En ese interín junto con mi mujer de aquel entonces, Gabriela Ortiz, pusimos una colonia de vacaciones, Flipper, que anduvo muy bien, competíamos con Mario Adobatto que tenía la colonia del Fitti, y con Cristina Aguilera. En los años ’80 había pocas piletas. Nosotros hacíamos salidas de campamento, picnics, de todo un poco. Y los padres de los chicos nos acompañaban siempre”.
¿Qué es de la vida del Prof. Gerez versión 2020? El mismo lo explica: “En la actualidad, me dedico a dar clases de natación a adultos, esto arrancó porque al principio me llamaba gente que no sabía nadar, y descubrí que como era un grupo numeroso podíamos hacer una suerte de colonia de adultos. Esto surgió por una cena en casa, donde muchos conocidos o amigos decían que no se metían a la pileta porque no sabían nadar y le tenían miedo al agua. Yo recién me había jubilado y estaba un poco reacio, hasta que al final de convencieron, y por el “boca a boca” empezó a llamarme cada vez más gente. Siempre les recalco que no es lo mismo que nadar en el mar y que si van a la playa tomen sus recaudos. Otra cosa que me gusta es alegrarle un poco el día a mis amigos y tirar chistes por Facebook, ya hasta me mandan para que los vaya publicando, y nunca dejo pasar el saludar a cada uno el día de su cumpleaños. Y siempre que puedo juego a la pelota paleta en la cancha del Vasco Olaisola, es un deporte dónde coseché muchos amigos”.
(La entrevista completa se podrá ver por TV el miércoles a las 21:30 hs, en el programa «Café Doble», que se emite por los canales 8 y 304 en HD, de la señal RSO)