Tanto Lobos como todo el país están atravesando por uno de los peores apagones que se recuerde en los últimos 30 años. Hay que remontarse al último tramo del gobierno de Alfonsín (1988/1989) para recrear un hecho semejante. Hoy, domingo 16 de junio, desde las 7 hs, se interrumpió el suministro y los lobenses nos quedamos a oscuras esperando que despuntara el sol, que nunca llegó porque el cielo plomizo no presagiaba nada alentador. Muchos buscaron refugio en algún bar céntrico con grupo electrógeno, otros se resignaron a transitar un Día del Padre diferente, con escasa señal de celular, y obviamente sin servicio de Internet debido a la falta de luz. Si fuera un día laborable, el panorama hubiera sido mucho peor, sobre todo para los comercios de distintos rubros, desde una panadería hasta una heladería, que por supuesto dependen del fluido eléctrico para realizar su actividad. Hay que pensar también en los electrodependientes, aquellas personas enfermas que necesitan de la energía eléctrica para vivir, ya sea para nebulizarse o dializarse. Son lo que menos pueden esperar porque su salud está en juego.
La vida cotidiana también se vio alterada, porque estamos atravesando una tarde gris y lluviosa, como viene sucediendo desde el viernes, con calles completamente anegadas e intransitables, semáforos que no funcionan, y la imposibilidad de comunicarse a través del teléfono móvil porque la señal se corta a cada rato, de manera intermitente. Por eso, muchos han vuelto a recurrir al mensaje de texto en lugar de WhatsApp, dado que el primero de éstos no requiere conexión a Internet.
Se estima que el 37 % de la población del país está viéndose afectada por este apagón de proporciones inéditas comparado con aquellos cortes que estamos acostumbrados a padecer, que se extiende además a Uruguay. Se espera que para las 17 hs (según el anuncio oficial), el servicio esté restablecido, pero nunca hay que verse superado por las expectativas de los funcionarios, que suelen ser demasiado optimista. Un consejo: a preparar las velas y no salir del hogar por lapsos prolongados para evitar robos en las viviendas.