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En una entrevista con LOBOS 24, el contador Enrique Oyarzun, le quitó dramatismo a la suba del dólar, y afirmó que esto se da, porque el tipo de cambio estaba atrasado: “El precio se mantiene con pequeñas variantes, y para el Gobierno no creo que sea un tema de relevancia si no se producen grandes sobresaltos en el valor de la divisa. La política económica de Cambiemos adoptó un tipo de cambio flotante, lo cual permite paliar otros desequilibrios. Con un tipo de cambio fijo, sería diferente, es algo que ya vivimos y que termina causando una crisis en el mediano o largo plazo”.
“Es verdad que con este aumento del dólar, se encarecen los insumos importados, obviamente, sobre todo aquellos que tienen que ver con la agricultura, como agroquímicos o fertilizantes. Pero el precio de los cultivos que se exportan, también está “atado” al dólar. Por lo cual pueden vender la cosecha a un valor que esté basado en el mismo dólar”.
Precisó que: “Hoy por hoy, el ahorrista medio, si tiene el dinero, puede invertir en bienes durables, como un auto, y si tiene los recursos suficientes, en un propiedad, aunque el mercado inmobiliario está dolarizado. Además de plazos fijos o LEBACS. Las propiedades se venden y se cotizan en dólares. Y si la divisa sube, como hemos mencionado en otra nota, se encarece el acceso a la vivienda. Sin embargo, no es bueno tener el tipo de cambio atrasado, en principio porque le quita competitividad y dinamismo al sector exportador, las economías regionales, etc. Otro efecto negativo de un tipo de cambio “bajo”, es el déficit comercial, porque sale más barato traer productos importados que producirlos acá. Y en cuanto al turismo, cuanto más barato sea el dólar, más incentivos hay para gastar en el Exterior”.
“El camino es la apertura, basta con mirar los países que han evolucionado y que mejor están en la parte económica. La Argentina tiene una de las economías más “cerradas” del mundo, hay cierto proteccionismo en EE. UU. que nos afecta, por ejemplo en el biodiesel o en producción de cítricos. Pero el nivel de apertura de un país no se mide por eso, sino por el volumen de sus exportaciones y sobre el PBI. El comercio que tenemos con el resto del mundo es insignificante, por debajo del 10 % del PBI, cuando lo ideal sería estar por encima del 25 %”.
Añadió que: “También es cierto que integramos un bloque como el Mercosur, y que se importa mucho de Brasil. Ese es el mayor déficit que tenemos, además del sector automotriz. Por ejemplo, Brasil produce vehículos de mediana gama, y nosotros, en su mayoría, nos hemos quedado estancados produciendo pick ups o utilitarios. Como Brasil tuvo una recesión en 2015/2016, ellos se encontraron con un gran excedente que no podía colocar en el mercado interno, y lo pusieron a exportación. Por eso, para febrero, cuando se conozcan los datos, se espera una balanza comercial más equilibrada”.
“Sin embargo, la solución no es decirle a Brasil “no te vendo más” o “no te compro más”, sino trabajar para exportar en otros mercados, lo cual lleva un tiempo. Se está tratando de simplificar los trámites para que los pequeños productores puedan tener más fácil el acceso a la exportación. Y con respecto a fijar aranceles, no es tan fácil, porque hay dos partes que intervienen. Comparado con muchos países, tenemos una mano de obra calificada, esto trae como resultado mejores productos, por lo tanto en esas condiciones se podrá competir (…) Vivimos momentos en la historia donde creíamos que estábamos mejor, pero cada 10 o 15 años hay una crisis, entonces hay que resolver los problemas de base”, concluyó Oyarzun.
