Subidos a un XTZ250, Anahí Iriarte y Pablo Moneta recorrieron Argentina, Chile y Bolivia. “Iniciamos el viaje con solo 4 destinos que queríamos hacer sí o sí: El Hotel abandonado en El Sosneado, Mendoza; el Paso Libertadores hacia Chile, el Paso de Aguas Negras en San Juan y el Valle de la Luna. El resto fue surgiendo a medida que avanzábamos kilómetros” afirma Pablo. Iniciaron el viaje el primero de febrero, partiendo a San Rafael, Mendoza.
“Primera vez que hacía un viaje tan largo en moto, y nos tocó lluvia!” nos cuenta Anahí entre risas. “Ese día llegamos bastante tarde, para colmo a Pablo se le ocurrió hacer esos 1000km en un día”.
“Al día siguiente nos fuimos al Hotel El Sosneado, abandonado desde 1950. Tardamos 3 horas en hacer 60 km de ripio, te imaginás cómo era el camino no?” dice Pablo. Los restos del Hotel se encuentran en el centro de la cordillera de los Andes, muy próximo a donde se estrelló el avión de los uruguayos en los años 70. El Hotel contaba con un complejo de aguas termales que todavía se encuentra funcionando gracias a la naturaleza.
“Después cruzamos a Chile, la obra que hay en el Paso Libertadores es increíble, son muchas corvas que bajan casi de una la montaña. Después de ahí conocimos Valparaíso, una ciudad con una magia impresionante”, menciona Anahí, que también dice tener ganas de volver algún día.Los jóvenes continuaron su viaje hacia La Serena, una playa en Chile. Desde ahí partieron hacia el Paso de Aguas Negras y volvieron a Argentina por San Juan. “La falta de oxígeno se hace notar, el paso se eleva a 4800 metros de altura, la moto por suerte como es inyección se portó de 10 pero nosotros no” dicen entre risas. El paso, corta un glaciar sobre la Cordillera de los Andes. Una vez de nuevo en Argentina, fueron al Valle de La Luna, luego a Chilecito, Cafayate, recorrieron la Quebrada de las Conchas, Purmamarca, Salinas Grandes, Tilcara, Humahuaca y se adentraron en Iruya. “Lo de Iruya fue una locura, todos los ríos que cruzan la calle porque no hay puentes, estaban en creciente. Dos los cruzamos juntos, los últimos dos nos ayudó un tucumano, se ofreció a llevarla a Anahí en su camioneta y los crucé solo con el equipaje. La corriente es muy fuerte, si bien no es profundo las piedras podrían causar un gran golpe, pero la moto (Yamaha XTZ250) mostró su lado más agresivo y pasamos a los saltos porque hay piedras enormes abajo.
Esa noche después llovió, el rio creció aún más y decidimos quedarnos un día más para ver si el rio bajaba o qué pasaba” comenta Pablo. En ese día de espera se hicieron amigos de Marcos Florentín, que viajaba solo en su moto, y de Sergio Piedrabuena, que andaba de mochilero.
De Iruya, una vez realizada la travesía entre rios y ripo, partieron hacia Yavi (La Quiaca) con Marcos. “Fuimos y no encontramos lugar para alojarnos, así que volvimos a La Quiaca, al otro día recorrimos Bolivia, y al siguiente comenzamos a volver a Lobos.
“Todos nos preguntan por qué en moto, que es una locura y demás. La moto convierte cualquiera de las vacaciones en una aventura, porque plantea un desafío. Pasás frío, calor, lluvias, viento, es muy exigente pero es sumamente reconfortante poder superar todo eso y lograr los objetivos” comentan Pablo y Anahí.
“El año que viene ya tiene plan, y es el sur argentino, veremos qué pasa y cómo se dan las cosas”, comentan los jóvenes viajeros lobenses.