-Myriam, Verónica y Analia Gloker representan, en conjunto, al directorio de Gloker S.A. y Myvean S.A., dos empresas del rubro transportista. Los desafíos que presenta el sector frente a una compañía liderada al 100% por el sexo femenino-.
A principios de 1981, el inicio de un nuevo ciclo lectivo vislumbraba, para el promedio de los alumnos del Colegio Santa María, en Remedios de Escalada, desafíos similares a los de años anteriores. Para Myriam Gloker, sin embargo, ese año sería el primero en el que pasaría sus recreos pegada a la sala de maestros, y no por tener mala conducta.
“Mi papá era socio de una compañía de transportes que distribuía repuestos Ford, pero cuando yo tenía 15 años, decidió separarse de la sociedad y trabajar solo; fue ahí cuando me preguntó si podía ayudarlo con la administración”, recuerda la hoy presidente de Gloker S.A. y Myvean S.A., dos firmas dedicadas al rubro del transporte de carga nacional e internacional, en diálogo con Mujeres que hacen. Para demostrar que era más que capaz de transitar con éxito la aventura que le habían propuesto, la mayor de tres tomaba por asalto a los profesores que salían al patio a fumar para preguntarles, por ejemplo, cómo se depositaba un cheque.
Casada y con dos hijos de 21 y 16 años, la también vicepresidente de Terminal Logística Río Grande S.A. –un depósito fiscal en la provincia de Tierra del Fuego– asegura que “incluso de adolescente, colaborar con papá nunca se sintió como un peso, porque en casa estábamos acostumbrados a que todo se hacía en familia”. De origen entrerriano, el padre de Gloker compraba huevos que luego vendía en Buenos Aires; negocio que, luego de invertir en un primer camión, le permitió comprar otros.
La empresa de la que Myriam empezó a formar parte desde los 15 años se mantuvo como una firma unipersonal hasta fines de los ’90, cuando decidió formar una sociedad anónima junto a sus hermanas. Con Tierra del Fuego y Buenos Aires como puntos de partida y llegada en sus servicios de transporte de insumos para la industria, el negocio familiar que hoy ostenta más de tres décadas de vigencia logró acomodarse y crecer hasta emplear a más de 50 personas y contar con una flota de 35 camiones, todos ellos Scania -automotriz que ofició de organizadora de Queen of the Road, el evento que reunió a las mujeres más destacas del sector, y del que Myriam fue parte-.
En el tiempo transcurrido desde el nacimiento de sus empresas al día de hoy, las socias tuvieron que transitar sobre profundos baches. “Pasamos momentos buenos y malos, y entre ellos, todas las crisis argentinas, pero siempre mantuvimos al negocio firme”, dice la directora general de Gloker y Myvean.
Para ella, “el peor momento fue, sin dudas, el 2001”. “En Tierra del Fuego se pararon todas las fábricas, muchos clientes nos quedaron debiendo plata, y cuando cobrábamos la plata ya no valía lo mismo”, comenta. En ese contexto, las hermanas se aferraron de una frase que su padre les había mencionas de niñas: “Despedir a alguien es ponerle un revolver en la cabeza”. “Subsistimos sin echar ni a una sola persona, y pudimos hacerlo porque lo vivimos como una familia; lo poco que entraba, se repartía”, resalta la empresaria.
Conscientes de que la existencia de una compañía de transportes dirigida por tres mujeres representa casi un milagro en la Argentina, las transportistas tomaron todos los recaudos para que los conflictos en el management no representaran jamás una amenaza para el negocio. “Nos repartimos las tareas para tener cada una su responsabilidad, y en base a ellas, tomar decisiones de forma independiente y con total libertad”, explica Myriam. Así, mientras ella está encargada de la dirección general y comercial; Analía la menor, está a cargo de la dirección fiscal; y Verónica, de la parte operativa. “Vero, la del medio, es la que decimos que vive en la trinchera”, acota la mayor.
Sobre la actualidad del sector, la presidente de Gloker se muestra preocupada. “Desde el 2015 que no hacemos inversiones, y hemos retirado dividendos para poder pasar la crisis; hoy trabajamos a media marcha, y no creemos que el 2018 vaya a repuntar”, sentencia, y reconoce que aunque la situación dista mucho de lo que sucedió 15 años atrás –cuando las hermanas tuvieron que vender sus autos personales para pagar deudas–, hoy su empresa se encuentra inhabilitada para renovar su flota, algo que solía hacerse todos los años.
A la hora de tratar con un plantel de empleados 100 por ciento masculino, sostiene que “la base es el buen entendimiento y poder conversar las cosas; por eso, todo el personal tiene acceso directo a nosotras, y a la vez nosotras tratamos de ser lo más coherentes posible”. De todas maneras, escapar a los conflictos, dice, es casi imposible. “Hemos vivido situaciones de violencia con el personal, y los casos en los que una persona que busca y consigue otro trabajo a escondidas se da por despedida, siendo avalada por el sindicalismo y la justicia, son cada vez más”, denuncia.
En ese sentido, agrega que “sucede lo mismo con algunos clientes que retacean su información financiera y luego te descapitalizan”; y concluye: “Todos nuestros problemas se basan en que no hay una legislación que se respete”.
Más allá de esas dificultades, hay otra enseñanza familiar que les permite a las hermanas Gloker atravesar más fácilmente sus días: “Ya sea en la mesa del domingo o durante cualquier otro momento de relax, fuera de la oficina no se habla del negocio, ¡está prohibido!”, afirman con énfasis.
(Fuente: Revista Apertura)