En una nota de opinión publicada en abril de 2015 por el diario La Nación, Federico Sturzenegger mostraba reparos contra la impresión de billetes de alta denominación. En el artículo, el por entonces diputado nacional decía que no sólo estaba en contra de la impresión de un billete de $ 500, algo que finalmente sucedió a mediados de 2016 con el autor de la nota al frente del Banco Central (BCRA), sino que –además– proponía eliminar el billete de $ 100.
El economista basaba su posición en que “el efectivo facilita enormemente las transacciones de la economía informal”. “A mi entender, el camino que debemos recorrer es el inverso. En vez de facilitar las transacciones de la informalidad debemos fomentar los mecanismos de pago formales”, explicaba.
Si bien llamativa –más aún se si recuerda que por aquellos días la iniciativa para emitir un billete de $ 500 gozaba de gran aceptación y era utilizada como una suerte de chicana política contra el gobierno de Cristina Kirchner, que se negaba a reconocer el aumento de la inflación– la propuesta de Sturzenegger se basaba en una tendencia global.
En 1969, el por entonces presidente de los Estados Unidos Richard Nixon decidió sacar de circulación los billetes de US$ 1000 –los mismos habían dejado de imprimirse en 1946–. ¿El motivo? El mandatario norteamericano argumentaba que los billetes de alta denominación facilitaban el lavado de dinero. Billetes de US$ 500 y hasta de US$ 10.000 (que también estuvieron en circulación) corrieron la misma suerte.
Lo propio sucedió en mayo de 2016 del otro lado del Atlántico, cuando el Banco Central Europeo (BCE) decidió suspender por tiempo indeterminado la impresión de billetes de € 500. El argumento fue el mismo: desestimular su uso en maniobras ilegales.
La emisión de un nuevo billete de $ 1000, que el BCRA pondría en circulación antes de que culmine el año y tendrá la imagen de un hornero, parecería ir en contra de lo planteado por Sturzenegger dos años atrás. Sin embargo, la medida se enmarca en el proceso de transición iniciado por el Banco Central hacia una menor informalidad y obedece al objetivo de reducir los costos de impresión de billetes.
Hay que tener en cuenta, que esta alta denominación es relativa si se considera que un papel de $ 1000 equivaldrá, a precios de estos días, a menos de US$ 60 o € 50.
De acuerdo a un artículo publicado el 5 de septiembre último por el BCRA en su blog oficial, la impresión de billetes de $ 200, $ 500 y $ 1000, le permitirán al Estado ahorrar este año $ 2558 millones. El texto, titulado “Cuidando el mango: ¿cuánto se ahorrará en 2017 gracias a la introducción de la nueva familia de billetes?”, también dice que “en la transición hacia una población más bancarizada, se torna indispensable procurar una gestión razonable del dinero en efectivo circulante”.
“La emisión de billetes de alta denominación tiene sus pros y sus contras. Dentro de esas contras se encuentra que facilitan las transacciones de actividades ilegales y dentro de la economía informal. Otra contra se da en el consumo, ya que un billete de alta denominación hace que las personas no quieran desprenderse y gasten menos”, sostuvo el economista Martín Tetaz.
La meta del Banco Central sigue siendo reducir el uso de efectivo y fomentar las tarjetas de débito y crédito. Pero para ello también es necesario que más comercios cuenten con el sistema Posnet.
“Si bien es cierto que los billetes de alta denominación favorecen el lavado de dinero y la economía informal, en la Argentina el camino no pasa por los billetes. Para cortar con la informalidad se deben generar incentivos, que a las personas les sea conveniente contratar en blanco”, concluyó .