Jueves por la tarde en la ciudad. Febrero parece perfilarse como un mes «llovedor», o al menos, de mucha inestabilidad climática. Podría decirse que es casi una transición, un mero trámite que nos conduce al mes siguiente, cuando ya casi nadie se toma vacaciones, comienzan las clases y la actividad comercial cobra nuevo impulso.
No obstante la frivolidad del verano, una noticia sacudió al Gobierno Nacional: la supuesta condonación de la deuda del Correo Argentino, que fuera concesionado por Franco Macri, hijo del presidente. Y aunque algunos medios afines al macrismo hayan querido minimizar lo ocurrido, es de extrema gravedad, más aún cuando las explicaciones son tan pobres y endebles que no resisten el menor análisis. Quienes llegaron levantando la bandera de la transparencia y la lucha contra la corrupción, son los mismos que ahora realizan esta clase de operaciones que si no son ilegales, son por lo menos incompatibles. Las explicaciones del propio mandatario en conferencia de prensa, llegaron tarde, demasiado tarde. No hubo un buen manejo de los tiempos en la estrategia comunicacional del Gobierno. Paradójicamente, el PRO supo construir un vínculo con la ciudadanía en base a las redes sociales como Facebook o Twitter, pero no ha demostrado cintura política para mensajes concretos que excedan «lo virtual».
Hay, en muchos sectores de la clase media, una tendencia a pensar que las cosas mejorarán, en particular la economía doméstica. Pero todo tiene un límite, y el capital político que está dilapidando el Gobierno no podrá recuperarse tan fácilmente. Lo llamativo es que en la mayoría de los casos fueron los propios tropiezos y errores de la Casa Rosada los que generaron zozobra en la sociedad. No hay lugar aquí para teorías conspirativas. El PJ, si bien está fragmentado, se «relame» ante esta situación. Y si Cristina es candidata a senadora este año, seguramente conseguirá una banca que le conceda los fueros necesarios para evadir las causas penales que pesan en su contra. Otra novedad es que hay un sector del PJ que no quiere ver a Cristina ni en figuritas y que se encolumna detrás de Sergio Massa, el dirigente del Frente Renovador que está midiendo muy bien en las encuestas. La mejor carta que el oficialismo puede jugar hoy, es reforzar y «blindar» a la Gobernadora Vidal, que es la referente del PRO con mayor imagen positiva, superior incluso a la del propio Macri. El Presidente tiene la ilusión de ser reelecto, lo cual hoy por hoy parece una utopía, pero si se postulara María Eugenia Vidal en 2019, el tablero político sería distinto. Aprendió rápido a manejarse con los «barones del Conurbano» y a disciplinarlos con la billetera oficial: de esta manera, excepto La Matanza y otros distritos del GBA, podría decirse que el PRO tiene asegurada una reserva de combustible que le permitirá llegar a 2019. Hay que ver qué pasa en Capital y en el resto de las provincias del NOA, donde las necesidades son más acuciantes y las economías regionales están en crisis. El “nuevo orden mundial” impuesto por Donald Trump pretende un modelo proteccionista al extremo, y por lo tanto habrá que buscar nuevos mercados para exportar, mirando más allá del Mercosur. Punto final.